martes, 4 de agosto de 2009

¿To go or not to go to New York again?

Pues sí, ésa es la tesitura que mi ánimo muestra estos días. ¿Vuelvo o no vuelvo a NY? Tengo un posible pequeño viajecito de una semana, pero hay varias razones por las cuales no debería ir, ya que tengo obligaciones que cumplir aquí. Sin embargo, tendré alojamiento gratis, ¿qué más se puede pedir?

Así que en mi estado de indecisión, en general ando como la imagen que adjunto os muestro:

YIIIIIIIHAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!

Bueno, si acabo yendo, os haré un pequeño reportaje de las cosas que vea, aunque pretendo llevarme una maleta totalmente vacía y traerla llena, jeje, osea que lo de hacer fotos, creo que no va a ser el propósito de este viaje ;-).

miércoles, 10 de junio de 2009

Viaje a Milán

No me ha dado tiempo a comentar ninguno de los dos viajes a tierras germanas que he hecho entre 2008 y 2009, cuando ya he realizado un viaje a tierras italianas.

Aprovechando un fin de semana y los maravillosos precios de Ryanair, volé a Milán por tan sólo 40 euros ida y vuelta. Uno se plantea por qué el tren es tan sumamente caro y que, si fuera más barato y durante todo el trayecto de alta velocidad, no dudaría en cogerlo.

No es que tenga quejas del avión, para nada hasta el momento, pero está claro que siempre he preferido el tren por el simple hecho del gasto de combustible que el avión implica.

Viajar en avión tiene sus inconvenientes también, ya que tienes que estar en el aeropuerto demasiado tiempo antes a la hora de la salida del vuelo. Y eso que yo no facturé. Pero contando el vuelo, la hora que hay que estar antes de que el avión despegue, y la media hora que tardas desde que aterrizas hasta que sales, tan sólo ahorro 1 hora respecto a lo que tarda el tren.

Lamentablemente, para hacer el mismo trayecto en tren, tendría que hacer lo siguiente:

-AVE Madrid-Barcelona: 100 euros aproximadamente ida y vuelta.
-Tren desde Barcelona a Milán. No estoy seguro del precio ni del tiempo que tarda, porque de hecho creo que no es de alta velocidad.

¿Por qué no unificamos ciertos trayectos de tren en territorio europeo? Seguimos a años luz de ser una Europa unida.

Bueno, rollos aparte, el viaje fue una maravilla. Salí el viernes 22 de mayo de trabajar y a las 16.50 el vuelo tenía su despegue previsto. En realidad despegamos a las 17.10, pero el avión llegó 5 minutos antes de lo previsto a su destino (esto implica que hay mucha holgura en los horarios).

Una vez en el aeropuerto de Bérgamo (Orio al Serio), que es del tamaño de una estación de autobuses grande, un autobús te lleva a Milán por entre 8 y 9 euros. Hay 2 compañías, una más barata que la otra (Autostradale es más barata que Orio Shuttle). En algo menos de una hora estás en la estación central de Milán.

Allí me recogió mi amiga Sara con su novio y empezó el maravilloso fin de semana en el que fui tratado entre algodones. Me sentí como en casa, alojado por Sara y su compañera de piso Paola.

Tuve suerte con el horario del vuelo de vuelta, ya que era por la noche del domingo, así que aproveché el finde entero.

Notas curiosas sobre Milán: ciudad bastante joven, con muchos estudiantes, todo el mundo viste muy bien, todos y todas son muy guapos y guapas, y tiene muchas más cosas que lo que las guías de viaje quieren vender sobre la ciudad. De hecho, si uno sólo se centra en la parte turística de la ciudad, da la sensación de ser demasiado gris.

Si un día tengo más rato y os interesa, os contaré más cosillas de este viaje. Os dejo con unas fotillos:



Yo por las alturas del Duomo.

Una anecdotilla curiosa: se puede subir andando por 5 euros y en ascensor por 9 euros. Cerraron el acceso por escaleras justo cuando íbamos a entrar nosotros, posiblemente por el calor que hacía. Para nuestra sorpresa, cuando esperábamos la cola del ascensor, una señora que esperaba delante de nostros nos dio 3 tickets para entrar, así que nos salió gratis la visita al Duomo. ¿Qué más se puede pedir?



Sarita y Paola (la compañera de piso de Sarita).




Vista de la plaza frontal del Duomo desde lo alto.




Portada del Duomo en la que estamos Sarita y yo. Está precioso, lo han terminado de restaurar y tiene un color blanco imponente.

sábado, 11 de abril de 2009

Conclusión New York

Todo aquel que visita Nueva York podría escribir un libro entero con su experiencia. Estoy seguro de ello. Pero he decidido parar aquí mi relato sobre el viaje a Nueva York. Ya hace bastante que lo hice y empieza a resultarme pesado acordarme de todo lo que hice. Ya me apetece cambiar de viaje, pese a que me encantaría volver a Nueva York.

Como gran ciudad, es indiscutiblemente la mejor. Cuando iba a ir para allá, estaba bastante claro en mi mente que no me iba a gustar tanto como San Francisco. Aquella experiencia californiana fue indiscutiblemente buenísima, y la ciudad tiene una magia especial. Nueva York tiene una magia muy especial también, y a cualquiera podría enamorarle. Pero Nueva York juega con una desventaja, y es que a mí no me gustan las grandísimas ciudades tanto como las medianas o pequeñas, como San Francisco.

Sin embargo, Nueva York me encantó igualmente. Tienes todo lo que puedes buscar en una ciudad. Siempre hay algo que hacer. Siempre falta tiempo. Si bien 3 semanas fueron suficientes para estar en San Francisco y disfrutar de la ciudad, e incluso de otras ciudades de California, es un tiempo muy pequeño para poder disfrutar de lo que Nueva York ofrece. Ni siquiera creo que en un año pudiera haber visitado 2 veces todos los lugares que hacen a esta ciudad tan especial.

En cuanto a la gente autóctona del lugar, he de decir que los californianos son algo más amables que los neoyorquinos. En realidad, en lugar de mayor amabilidad, se trata de menos estrés. En Nueva York la gente anda rápido por las calles, estresada. Para hacer algo, necesitas dedicar mucho tiempo. En San Francisco yo planeaba ir a un sitio, luego a otro y luego a otro; en Nueva York, tan sólo podía ir a un sitio al día.

Además, hay mucha gente loca en Nueva York. En San Francisco uno puede encontrar mucho vagabundo, pero si les ignoras, no hay problema alguno, no son para nada pesados (eso sí, hay que ignorarles, porque si les hablas, son MUY pesados). Pero en Nueva York existe mucha gente loca que no tiene problemas de movilidad y que no te quitarías de encima con un simple empujón. Supongo que ésa es una de las razones por las que, cuando andando por las calles de Manhattan paras a alguien para preguntarle una dirección, la reacción que encuentras es un salto hacia atrás. Una vez que identifican tu mochila y tu malísimo acento, entienden que eres turista y son muy amables por lo general.

Detecté una diferencia considerable en el acento entre la costa este y la occidental de Estados Unidos. Me resultó más "asequible" el acento neoyorquino que el californiano. En California hablan como Charlton Heston en las películas del oeste, así que me resultaba muy difícil entenderles. Sin embargo, cuando no entendías algo o no sabías decir algo, lo preguntabas y te lo explicaban en todos sitios con mucha tranquilidad, con ejemplos e increíble amabilidad. Supongo que se debe, de nuevo, a la falta de estrés.

En Nueva York la gente habla de forma bastante más clara. Separan algo más las palabras y no suenan como "ranas" hablando. Sin embargo, en muchos sitios cuando pedías que te repitieran lo que habían dicho porque no lo habías entendido, te miraban con cara de "¿pero cómo no me vas a entender?" No sé si será porque no se daban cuenta de que no era nativo (cosa que supongo obvia a nada que pronuncie una frase más o menos larga debido a mi lamentable acento), o porque realmente les molestaba que no les entendiera.

Por cierto, en Nueva York los carteles están, en muchos casos, tanto en inglés como en español.

En cuanto a la escuela de idiomas, inicialmente me pareció un poco raro el personal de la escuela de Nueva York. En San Francisco son muy amables, como todo el mundo en todos sitios. Pero en Nueva York son algo menos amables, así que para que el personal de la escuela pareciera amable, me dieron la sensación de estar sobreactuando un poco. Pasados unos días me di cuenta de que en realidad también son amables, pero tienen una forma de actuar y de expresarse diferente al personal de la escuela californiana.

Sin duda alguna, al final la gente de Nueva York también enamora. Y es bien difícil encontrar a gente de Manhattan, pues pasa como en Madrid, que pocos somos los madrileños que encontrarás cuando pasees por la capital española.

Y, como dije al acabar el viaje de San Francisco, de nuevo me siento un poco menos patriótico después de este viaje.

Nochevieja

El evento típico en Nueva York, que creo que todo el mundo conoce, es el que sucede en Time Square. Allí, una bola cae y todo el mundo se vuelve loco en el espectáculo de luz, colores y sonido. Es precioso.

Pero también se congela la gente, sobre todo en el paso de 2008 a 2009. Afortunadamente, decidí comprar el ticket de la fiesta de nochevieja que la escuela nos vendía. Todo el mundo trataba de encontrar diferentes formas de pasar la nochevieja, porque la fiesta de la escuela seguro que iba a ser un rollo o algo que iban a cerrar pronto. Sin embargo, al final no encontrábamos nada tan sumamente barato ($30 con 2 horas de barra libre), tan cerca de Time Square y además, tenía el aliciente de que iría gente de la escuela, lo cual implica que siempre tienes a alguien con quien hablar, bailar, saludar, etc.

Nos llevamos una grata sorpresa al ver que en la fiesta también había gente que no era de la escuela, lo cual crea una gran diversidad.

La policía corta las calles según te acercas a Time Square. Si uno quiere entrar allí, tiene que ir a las 4 de la tarde, sin comida ni bebida, ni baño, y pasar hasta las 12 de la noche allí de pie. Cuando cae la bola, el espectáculo es muy bonito, dura unos 15 minutos, y luego tardas más de 1 hora en marcharte de allí. Era una locura con el frío que estaba haciendo.

Para poder llegar a la fiesta, que era en un hotel, tuvimos que llevar la autorización del hotel para enseñársela a la policía. Los agentes, muy estresados los pobres, cuando les decíamos que queríamos ir a la dirección del hotel en cuestión, nos decían que por allí no podíamos pasar. Entonces recordé que el organizador de eventos (y el que nos vendió las entradas) de la escuela, nos dijo que directamente enseñáramos la autorización porque usualmente no hacen mucho caso de lo que les dices, sino que están estresadísimos mandando a la gente fuera de las zonas cerradas. Así que enseñé la autorización, dije "I have an authorization..." y entonces abrían las vallas.

Lo mejor de todo es que la Séptima avenida es perpendicular a la calle donde teníamos la fiesta, así que podíamos salir del hotel, ir hasta la esquina, y ver perfectamente el espectáculo!!! Y, es muy bonito, la verdad, merece la pena verlo, pero no sé si merecería la pena pasar tantísimo frío allí de pie. Mis condiciones fueron muy diferentes, como podréis imaginar.

Ya mi profesor de la escuela nos dijo que era una locura, que él jamás estaría en Time Square pasando ese frío, y que prefería ir a casa de algún amigo donde celebraban una especie de fiestecilla entre ellos. En realidad, las fiestas de Nochevieja no eran demasiado caras, así que si uno quiere ir a alguna, lo tiene bien fácil: anuncios por internet, por las farolas, recomendaciones de gente, etc.

Toda una noche maravillosa, con gente muy divertida y agradable.

A la salida de la fiesta, ya que eran casi las 6 de la mañana, decidí coger un taxi para volver a la residencia. Intenté ir al metro pero vi que estaba cerrado. En realidad no lo estaba, sino que estaban cerradas las estaciones cercanas a Time Square solamente. El taxista era un tipo muy desconfiado sobre si llevaba dinero o no.

Finalmente llegué a la residencia con un frío en el cuerpo increíble. No me podía creer que hiciera tantísimo frío. Abrigaos si vais en Nochevieja a Nueva York.

Estatua de la Libertad

El día 31 de diciembre fue el elegido para ir a visitar la Estatua de la Libertad. Como decía en el artículo anterior, varios intentos fueron necesarios para poder visitarla.

En un primer intento, llegamos a la taquilla donde se compran las entradas. Sorprendentemente, no había cola esperando. Pero cuando llegamos a la taquilla, un chico nos dijo que acababan de cerrar. Hay otra opción que consiste en utilizar el barco-taxi, que sale algo más caro que el transporte turístico. No nos convenció el barco-taxi y, además, estaban vendidos todos los tickets del último barco-taxi del día.

En un segundo intento, nos encontramos con una cola inmensa. Daba la vuelta a una especie de muralla redonda que rodea la taquilla del barco que va a la isla. Una encargada de la empresa turística nos informaba de que no garantizaba que a esa altura de la cola fuéramos a tener un ticket disponible. Una de las chicas que venían de la escuela se enfadó un poco, porque quería ir ese día, pero al final conseguimos convencerla de que no iba a ser posible. Lo más seguro es que hubiéramos esperado la cola y, mucho antes de llegar, cerraran la taquilla.

Tercer intento. Encontramos la solución: comprar los tickets por internet. Lo hicimos reservando el barco a la hora que nos parecía adecuada y todo fue de maravilla. Es la mejor forma, sin duda.

El sitio donde los compramos fue: http://www.statuecruises.com/

La visita consta de una primera parada en la isla de la Estatua de la Libertad y otra parada en la isla Ellis. Tú eliges el barco en el que quieres volver, así que puedes estar en cada isla el tiempo que quieras.

Lamentablemente, hacía tal frío que no queríamos pasar demasiado tiempo allí. Después de unos días en el que el tiempo andaba bastante loco, ese día empezó a nevar increíblemente. De hecho, la Nochevieja se iba a presentar muy fría.

En la isla hay mucha información que leer para que uno entienda la construcción de la estatua, el pedestal, el porqué de la isla, etc. Es muy interesante pero, obviamente, no hace falta ir allí para leerla, pues en internet cualquiera puede leerlo hoy día.

Sin embargo, era momento para sacar unas cuantas fotos, como las que os enseño:

Foto en el barco yendo a la isla de la Estatua. De izquierda a derecha: Angelica (Brasil), Joan (Suiza), Mariko (Japón) y Serife (Holanda).

Acercándonos a la Estatua.
Imaginaos el frío que hacía. No podía mover las manos. Los guantes los había prestado a Mariko, que estaba totalmente congelada de frío. Yo me congelaba incluso con el abrigo que llevaba y el gorro.

La Estatua de espaldas. Es como se ve casi nada más bajar del barco.


Foto volviendo a Manhattan.

Empire State Building

Un cierto día que pretendía ser dedicado a la visita de la Estatua de la Libertad, acabamos en este alto edificio que corona Manhattan.

En el siguiente artículo hablaré sobre la visita a la Estatua, para la cual hubo varios intentos pero varios de ellos fueron fracasos.

Usualmente la espera tanto en el Rockefeller Building como en el Empire State no es demasiado grande. Cierto es que están preparados para que en su interior se espere durante alrededor de una hora, pero no suele ser habitual, según nos comentaron los trabajadores del edificio.

Pero nuestra suerte fue horrible, así que cuando llegamos había una cola que salía del edificio y daba la vuelta a dos de sus caras. Pretendía subir allí de día, ya que desde el Rockefeller saqué fotos de noche, pero las 3 horas de espera hicieron que anocheciera cuando yo llegué arriba.

No obstante, la espera mereció la pena, como suele pasar con estas cosas. No voy a comentar mucho sobre esta visita, ya que no tiene demasiados detalles interesantes. Hay que estar allí para poder apreciarlo. Eso sí, os voy a poner algunas fotos y unos vídeos. ¡Espero que os gusten!


Cola en la calle.


Cola dentro del edificio.


Cola dentro del edificio, detrás de nosotros.


Más cola en uno de los pasillos cuando uno se piensa que ya va a subir.

Un vídeo de la cola y luego otro subiendo en el ascensor. Por algún motivo, el vídeo del ascensor no capta la velocidad del cambio de los pisos a la velocidad real. Ésta es mucho mayor que la que aparenta el vídeo. Los oídos se taponan al subir en el ascensor.




Por fin arriba:




Aquello tan reluciente e iluminado es Time Square. Desde las alturas se puede ver la cantidad de luz que desprende esta zona.




El "pirulo" del Empire State. En realidad cambia de color según la parte del año en la que nos encontramos. En Navidad el pico del Empire State está iluminado en colores rojo y verde. El resto del año, en azul.




Eso que se ve ahí parece ser una terraza. Era una especie de restaurante al aire libre en la azotea de aquel edificio. Está muy lejos, debía de tener unas 20 plantas sólo.





Intenté hacer zoom con mi cámara inútilmente para poder ver la pista de patinaje sobre hielo que se ve allí abajo.


Unas fotos panorámicas:





Y aquí os dejo los vídeos desde arriba:





Puesta al día

Recién llegado de Alemania me dispongo a seguir escribiendo sobre el viaje a Nueva York, cuyo relato pretendo acabar hoy mismo. A continuación proseguiré con el viaje a Alemania más reciente (del cual volví ayer) y, posteriormente, comentaré breves detalles sobre el viaje a Alemania que hice justo antes de ir a Nueva York.

Allá vamos.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Paradójico

Hoy me siendo paradójico.
Realmente los sentimientos enfrentados me invadieron ayer.
Ya sé que no viene a cuento ya que éste es un blog de viajes, pero utilizo esta entrada para explicar por qué me lleva tanto tiempo contarlos.

Estaría guay poder vernos la nuca para peinarnos por detrás, ¿eh? Jeje.

Y es que en estos días tengo millones de cosas que hacer, así que no me sobra tiempo para acabar de escribir el viaje a New York y escribir por completo el viaje a La Selva Negra que, aunque fue corto, también fue interesante.

Entre todas las cosas que tengo que hacer, antes de ayer por la noche no me salía nada. Así que me fui a la cama porque no era capaz de razonar las cosas. Pero como había dormido una siesta enorme por la tarde, no podía dormirme una vez dentro de la cama. Además, al agobio porque no me salían las cosas me hizo despejarme de nuevo.

Pasados 10 minutos me levanté de nuevo y me puse a acabar alguna de las cosas. Y lo conseguí.

Acabé una de las cosas, me sentía súper orgulloso de mí mismo, pero a la vez completamente avergonzado por sentirme orgulloso, ya que sólo había acabado una de las miles de cosas que tenía que hacer.

¿Os ha pasado alguna vez eso? Espero que sí. Espero que no sea una cosa más de mi doble personalidad.

Pues eso, que ayer me sentía paradójico.

lunes, 16 de marzo de 2009

De nuevo estoy de lunes

No os lo prometí la semana pasada pero antes de comenzar ésta he subido un par de artículos. Lo hice durante el fin de semana, un duro fin de semana de trabajo.

Y quería compartir con vosotros que hoy es lunes. No me apetece trabajar, pero tampoco escribir demasiado.

Estoy de lunes.

Éste era yo por la mañana:

Y éste soy yo ahora encima de la mesa de la oficina:

¡Espero que hayáis empezado bien la semana!

sábado, 14 de marzo de 2009

Inciso sobre un nuevo viaje

Pues nada, que acabo de comprarme el billete de avión y de trenes para ir a Alemania a ver a mi amigo Clau.

Después de años planteándome que fuera a verle a Sevilla, ahora voy a verle a Alemania. Bayreuth es mi destino, aprovechando las vacaciones de Semana Santa que mi trabajo me ofrece. Desde el lunes 6 de abril al viernes 10, estaré por aquellos terrenos.

El vuelo irá desde Madrid a Frankfurt mediante Iberia, y desde allí tomaré dos trenes: un tren de largo recorrido hasta Nuremberg y después un tren regional hasta Bayreuth.

Toda una aventura sobre la que escribiré después del viaje.


Ver mapa más grande

Tres barrios curiosos en Manhattan

Me refiero a Soho, Little Italy y Chinatown.

Visité estos tres barrios el mismo día que fuimos Ilaria y yo al Rockefeller Building. No son demasiado grandes, no tienen nada de especial, excepto el encanto de pasear por sus calles que parecen el decorado de un teatro.

Es increíblemente curioso ver cómo cambia Manhattan, con esos edificios tan enormes, a estos barrios con edificios no tan grandes y tan caracterizados.

Soho

Soho es un barrio que no sabría describir demasiado bien. No soy ningún experto en tendencias de moda ni arte, así que posiblemente esto lo encontraréis mejor explicado en cualquier guía turística. Lo que os voy a decir es mi impresión. Me dio la impresión de ser un barrio con tiendas inútiles, ya que podías encontrar ropa, CARÍSIMA, con unos diseños un tanto extraños. Encuentro el barrio realmente atractivo para todo aquel que quiera encontrar algo "diferente" al resto de las cosas.

Por ejemplo, encontré unos zapatos hechos a mano de cuero que parecían realmente incómodos, ya que el borde seguramente se clava en el pie y hace unas rozaduras increíbles, por más de $350. Una locura.

Otra cosa que podemos encontrar son hippies.




Es un barrio de contrastes: pasas de calles completamente descuidadas a calles amplias y limpias con adornos navideños como éste.

Por último, os recomiendo alguna de las múltiples cafeterías de diseño en la que ponen un café exquisito. Es algo increíblemente interesante en EEUU ya que, como ya comenté en varias ocasiones, el café es realmente horrible allí. Podéis disfrutar tanto de cafeterías de diseño muy modernas como de cafeterías al más estilo hippie, según el gusto.

Little Italy

Un barrio exageradamente decorado con banderas de Italia. En él podremos encontrar infinidad de productos italianos, como un buen café por ejemplo. Allí fuimos Ilaria y yo a comer, en un restaurante que realmente me pareció barato, pese a que la presentación era típica de uno con gran categoría. Pasta fue el plato elegido, con una puntuación de sobresaliente a mi gusto.




Una curiosa forma de aparcar que se puede ver en varios barrios en Nueva York (especialmente a las afueras del cogollo central de Manhattan).




Muchos productos italianos con una pinta increíble. Dicen que los italianos se pueden sentir como en casa.


Como podéis ver, no se parecen en nada las calles a las que se ven en Manhattan (ya os mostraré más fotos sobre dicha parte de Nueva York, ya que todavía no he subido demasiadas fotos al blog).

Os recomiendo visitar este barrio y comer pasta allí. Es algo que se echa de menos cuando llevas varios días comiendo sushi o comida mejicana (pese a que la comida mejicana me chifla).



Ilaria disfrutando de un toque de Italia en la ciudad en la que llevaba más de 4 semanas viviendo.



¡¡¡Este muñecajo está en Alcalá de Henares también!!! (en otra postura).

¡Ah!, si os fijáis, lo que llevo en el brazo es la parte interior del abrigo, el forro polar, que es lo que realmente da calor. La parte de fuera es para cortar el viento y protegerte de la lluvia. Eso indica que habíamos pasado de días con -3ºC a ese día con unos 10ºC, cuyo contraste hacía que sintieras un calor primaveral increíble. Eso sí, horas más tarde en el Rockefeller Building tuve que hacer uso del abrigo completo.


En el restaurante en el que comimos. Estaba hambriento. La verdad es que el descontrol de las horas de comidas es total, y de hecho habíamos ido a estos barrios Ilaria y yo sin que yo hubiera comido nada, y pese a que había desayunado tarde, estaba hambriendo. Comí un sandwich en una cafetería de diseño súper chula y más tarde fue cuando fuimos a este restaurante. Entonces no sé exactamente si comimos o cenamos.

Por cierto, el baño de este restaurante era como el que puede ser el baño del Casino de Madrid. No en cuanto a tamaño, sino en cuanto a calidad. Increíble.



Pues nada, que la gente en este barrio pinta en cualquier sitio cualquier cosa. En Manhattan no se ven pintadas por las calles, pero en estos barrios se ve mucho arte.

Chinatown

Un barrio totalmente asqueroso. No tengo otro adjetivo que encaje mejor. El barrio Chinatown en San Francisco disponía de multitud de tiendas para comprar regalitos y detalles. Aquí encontramos un barrio plagado de tiendas como las que se encuentran en España y llamamos "chinos", en las que venden desde papel higiénico hasta sartenes, desde un destornillador hasta sellos, desde juguetes de niños hasta ropa. Todo mezclado en un caos alucinante en una tienda pequeña donde los dueños no se fían de nadie que entra, no como ocurre en otras tiendas de americanos, donde la gente es muy confiada.

Cómo sería que tuvimos que marcharnos de este barrio rápido. Teníamos algo de hambre y por ello fuimos a Litlle Italy a cenar, porque era imposible pensar en entrar a algún sitio a cenar aquí. De hecho, no hay demasiados restaurantes aquí. Aquí la gente compra comida y se la lleva a casa. Tiene pinta de ser un barrio muy pobre.

Pero he de decir que nunca jamás compraría comida aquí. La fruta estaba completamente deteriorada. La verdura mustia. Jamás pensé que una lechuga podría tener un color verde tan oscuro. La carne en las carnicerías colgaba de ganchitos al aire libre, en la calle, goteando sangrecilla o reposando en una bandeja bañándose en su propia sangre y la que caía de la carne colgada en los ganchos que había encima. Todo esto aderezado por millones de moscas que se peleaban por acercarse a ella.

Por último, el pescado. En algunas bandejas éste se movía. Eso es buen indicador de que estaba fresco. El olor de la calle era tan malísimo que tuvimos que salir de allí rápido, puesto que Ilaria no lo soportaba. A mí me desagradaba, pero podría haber permanecido más tiempo allí.

Quiero deciros que me hubiera gustado haber hecho un vídeo del lugar, pero había tantísima gente que no era posible.

Os dejo con algunas fotillos, donde una cosa que me llamó la atención es una tienda de peces que vi en unas condiciones totalmente lamentables.