martes, 9 de septiembre de 2008

La tercera y última semana

Muchas cosas por ver y poco tiempo.

Ésa es la sensación que uno tiene cuando se da cuenta de que comienza la última semana. Recién llegado de Las Vegas, habiendo empalmado la noche de fiesta con el vuelo, uno prefiere dormir para poder visitar los sitios que le quedan por ver con energías renovadas.

Una vez más, los profesores cambiarían en la academia. Hace tiempo que no hablaba de ello, pero cada semana los fueron cambiando. Esta última semana supuestamente tendría a dos profesoras que darían clase durante las siguientes semanas.

De nuevo cambio de acento y una de ellas con un acento americano y que habla rapidísimo. No obstante, en dos días uno se acostumbra y es un buen ejercicio, sobre todo en mi caso, que ya sabéis que se trata de una carencia elevada de capacidad de Listening.

Fisherman's Wharf.

Por internet consulté la disponibilidad de los viajes en ferry a la isla de Alcatraz. Encontré entradas para dos días más tarde, así que decidí ir a comprarlas en persona al puesto de venta. Aprovechando que las entradas se venden en el Pier 33, que es desde donde sale el ferry, visité la zona de Fisherman's Wharf. Allí lo famoso es el Pier 39, que consiste en un montón de tiendecitas y restaurantillos dispuestos en un muelle de madera. Tiene un encanto increíble. Allí se puede encontrar también una zona donde descansan los leones marinos, que no paran de canturrear. Como curiosidad (no sé si será cierto o no), se dice que cuando va a haber un terremoto fuerte, los leones marinos se desplazan desde esa zona (que está al norte un poco hacia el este de San Francisco) a la playa Ocean Beach (situada al oeste de San Francisco).

Unas cuantas fotillos para alegrar el post de hoy:


Una gaviota que no se asusta de la gente. Es bastante típico, andan entre la gente y, mientras las palomas sí que salen huyendo, ellas permanecen tan tranquilas.


Esta foto la hice desde el siguiente muelle. Esto que véis marroncillo encima del agua son plataformas donde se hospedan los leones marinos.


De nuevo en el mismo muelle, esta vez con la isla de Alcatraz detrás.


Foto típica en Fisherman's Wharf, con el símbolo del timón de barco.


Por allí encontré un museo de cosas antiguas del oeste. Había pianos que tocaban automáticamente música a partir de una partitura que leían desde una tarjeta perforada, tocadiscos con un disco metálico con agujeritos (discos perforados), cajas de marionetas como esa que os pongo en la foto, etc. Muchas máquinas en las que si echabas un cuarto de dólar podías ver cómo actuaban. Algunas de estas máquinas, como la que os muestro, daban un poco de miedo, sobre todo porque el museillo era bastante oscuro.


Coit Tower.


Aunque la visita a esta torre fue previa a la de Pier 39, hablaré ahora sobre ella. Caminando en dirección al Fisherman's Wharf, encontré dicha torre casi de casualidad. Mi intención era buscarla más tarde, pero me la encontré de camino.

Obstáculos como éste me encontré:



Algunas calles son tan inclinadas que tienen escaleras para poder subir.



Esta foto me dio sensación. La gente ajusta los bajos de los coches al máximo (que por cierto, los tienen destrozados por los cambios de inclinación de las calles). No sé si lo comenté pero en San Francisco la gente tiene mucho cuidado a la hora de aparcar en cuanto a no golpear a otro coche, es decir, no "aparcan de oído" ni mucho menos. Pero se dejan las ruedas en los bordillos de las aceras y los bajos en los cambios de inclinación de las intersecciones.


Este coche verde la lio parda.


Por fin, después de subir muchas calles y muchas escaleras, llegué a la dichosa torre. Una vez dentro, compras un ticket en una tiendecita de regalos que tienen y te suben en ascensor a la parte alta. Arriba puedes disfrutar de unas vistas increíbles de la ciudad y de los puertos. Os pongo alguna fotillo interesante:


Foto desde lo alto de Coit Tower del Finantial District.


Foto del Bay Bridge.


Foto del Golden Gate Bridge.

El descenso desde la base de la torre hasta el puerto lo hice por un paseito que está entre mucha vegetación, por unas escaleras, de tal forma que es bastante más cómodo que bajar cuestas. Pasé al lado de muchas casitas construidas en pleno costado abrupto de la colina donde se encuentra la torre. Aprovechan para plantar una casa donde les apetece.


Foto curiosa descendiento. ¡En la cristalera está Homer Simpson!, acompañado.

Aprovecho para poner una foto de los semáforos de peatones en la ciudad. Si no existen semáforos como éste, tienes que cruzar cuando el semáforo de coches que van en el sentido en el que andas se pone en verde, como si fueras un coche. Si no, aparece la mano roja cuando no puedes pasar.



Cuando puedes pasar, la mano roja cambia por un peatón blanco durante un rato.



Cuando pasa un rato y se va a cerrar el semáforo, aparece una cuenta atrás y la mano roja que habíamos visto antes parpadeando. En la foto pillé la mano apagada, que casualidad...



Cosillas sueltas que fui encontrando.

Una señal curiosa:


Es completamente conocido por todos que es recomendable aparcar los coches con las ruedas giradas en el sentido adecuado si éstos están en cuesta, con el fin de que si falla el freno de estacionamiento, el coche no se deslice hacia dentro de la calzada, sino que se quede anclado en el bordillo. Pues aquí todo queda bien indicado, para que no haya dudas. Existen carteles por todos sitios de cosas que parecen obvias. Es algo muy curioso y que se agradece, porque los turistas que no tengan/tengamos ni idea de lo que hay que hacer "lógicamente" en ciertas situaciones, no metemos la pata (aun así yo metí la pata en varias cosas por no leer los carteles).



¡¡¡¡"Bob's"!!!! Esta cafetería era la típica al más puro estilo americano del viejo oeste, en el que la camarera va con la cafetera de cristal y te sirve en la mesa. Mesitas con asientos del estilo sofás, en los que te sientas y te sientes encajonado. La verdad es que no sé muy bien explicarlo con palabras, y lamentablemente no conseguí hacer una foto del interior.



Otra cosa curiosa. No me podía volver sin fotografiarla porque me llamó mucho la atención. En muchísimas fachadas vi este tipo de bocas anti-incendios. Los bomberos, además de llevar camiones enormes (como el que veréis en la siguiente foto), pueden enchufarse a estas bocas. Es una forma bastante bonita de disponer las bocas de agua.


Camionaco de bomberos.



Os mostré hace unos cuantos capítulos una imagen de la estatua que hay en el centro de Union Square. Ahora tenía la oportunidad de obtener una foto desde una terraza ("Cheesecake Factory" se llama el restaurante). No es una plaza excesivamente grande, pero está muy bien aprovechada. Tiene bastantes zonas para sentarte (en césped o en cemento) y además suele estar ambientada por las tardes con música en directo.


Volviendo de Fisherman's Wharf encontré por casualidad (pretendía buscarla otro día) la chocolatería famosa de San Francisco. Fue después de cenar en un restaurante (ahora os cuento una anécdota) y caí en la tentación de entrar y comerme una copa de helado. Nada más entrar me dieron una chocolatina, cosa que me comentó un amigo que harían, pero no tenía del todo seguro ya que otras personas que habían estado allí no me habían comentado nada de eso. El nombre de esta marca se llama Ghirardelli. Tiene una plaza interior y a esas horas estaba plagada de gente.


Chinatown es uno de los barrios más famosos de San Francisco. No me podía quedar sin visitarlo, claro está. En realidad, y aunque en los mapas sale coloreada sólo una parte de la calle donde está situada (Grant Avenue), las calles perpendiculares tienen esencia del barrio chino. Claro está, no iba a estar todo concentrado en una sola calle. En la foto se ve la puerta sur de dicho barrio, y a lo largo de la calle había bastantes adornos, pero el interés de este barrio no es visual para mostrarlo, sino que lo verdaderamente interesante es estar allí, entrar a las tiendas, comprar cosas.

Se pueden encontrar aparatos electrónicos algo más rebajados que en otros sitios. Por ejemplo, mi cámara de fotos la vi unos $50 más barata aquí que en la tienda donde la compré. Eso sí, la garantía probablemente es de dudosa fiabilidad, así que preferí gastarme los $50 más y estar más seguro.

Sigo mezclando unas cuantas ideas más:

El barrio del Castro. Es el barrio gay de San Francisco. Yo pensaba que era uno de los barrios gays más grandes del mundo, pero realmente se reduce a una calle. En realidad lo que hay en San Francisco es la comunidad gay más grande del mundo, si no entendí mal. El barrio es curioso y merece la pena pasar por allí de noche, por los bares de ambiente.

Y a continuación muestro tres fotos de una parte de una calle característica: Lombard Street. En realidad podría haber hecho más fotos, al igual que del Castro, pero es bastante difícil captar en fotos lo que realmente gusta de esos barrios. Recomiendo enormemente visitar todas estas zonas porque la realidad es muy diferente a la fotografía.





Como podéis ver, la característica de esta parte de la calle es la fuerte pendiente por donde bajan los coches. Muchos de los copilotos van grabando con cámara de vídeo la bajada.


Puertas de los garajes.

Más cosas curiosas. Voy a mostraros las distintas soluciones que encontré para las puertas de los garajes en las casas de San Francisco cuando la calle tiene inclinación:


En primer lugar, tenemos una puerta para la cual no han tomado ninguna medida especial. Directamente no cierra del todo. Es una buena solución si no te preocupa que entren gatos, agua o los ladrones puedan meter una palanca o sus propias manos para abrir la puerta.


En segundo lugar, una posible solución es adaptar la inclinación de la calle a la puerta del garaje. Se asfalta la acera por un lado subiéndole el nivel y se rebaja por el otro lado. Así la puerta cierra perfectamente.


Si el ayuntamiento no ha asfaltado la calle a tu gusto para poder cerrar bien la puerta del garaje, puede que salga rentable adaptar la puerta al asfalto de la calle. Me resultó muy curiosa esta imagen.


Bank of America.

Un sitio que hay que visitar es el edificio del Bank of America. Este banco tiene un edicifio muy alto en San Francisco. Se discute si es más alto que el Transamerica Piramid o no. Yo soy consciente de que es más alto el Transamarica, dado que tiene una punta en la cima del edificio que hace que lo sea. Sin embargo, la parte realmente habitable está discutiblemente por debajo de la parte habitable más alta del Bank of America. O esa es la sensación que me quedó.


De frente, el Transamerica Piramid.


Bank of America.





Una de las vistas desde el Bank of America. Se puede subir a la planta 52 donde hay una cafetería y tienes obligación de consumir. En mi caso fui con gente de la academia de idiomas (una actividad organizada). Las consumiciones son un poco caras pero merece la pena.


Para que veáis lo altos que estábamos.

Ahora yo, rodeado de esos monstruos del Finantial District, después de haber bajado del Bank of America.

Tuve suerte. Para la actividad nos teníamos que apuntar a una lista que había en un tablón y sólo podíamos ir 8 personas. Supongo que se trata de no armarla en la cafetería del edificio. Así, llegué un día de la última semana a la escuela y me apunté a primera hora, pensando "a lo mejor me puedo apuntar luego en el descanso y mientras me lo voy pensando". Menos mal que me apunté, porque en el descanso ya no quedaban huecos libres. En realidad, en lugar de suerte, sucedió que fui veloz.


Viaje a Silicon Valley.

La última semana va avanzando y ya quedan pocos días en esta maravillosa ciudad. Curiosamente salió la posibilidad de ir con un amigo a una quedada de españoles trabajando en Silicon Valley, llamada "Cañas y Calamares". Antiguamente acudía bastante gente, pero últimamente al parecer bastante poca.
No obstante, cogí el tren que me llevaría desde San Francisco hasta Sunnyvale. Tuve suerte y pude coger el expreso que sólo tenía 4 paradas. Aun así, el trayecto duró 55 minutos, así que imaginaos si no llego a coger el expreso, que tiene 21 paradas.
Silicon Valley abarca unas cuantas poblaciones en el sur de la bahía. En este caso yo había quedado en que me recogerían en coche en la parada del tren. Y así fue.
No tue mucho tiempo para recorrer muchas cosas. De hecho, fuimos a un bar en concreto donde quedan usualmente y nos tomamos algo allí esperando. No fue nada exitosa la quedada pero pude enterarme de cosillas que ocurren por allí. El tren tiene asientos cómodos, pero en mi caso iba de espaldas para casi todos los asientos. Es decir, casi todos los asientos apuntan hacia un sentido y una minoría hacia la opuesta. Obviamente me senté en un asiento del grupo de la mayoría. Pero esa mayoría era la incorrecta, ya que el tren no da la vuelta, y en el trayecto hacia Sunnyvale tocaba ir de espaldas.



Los trenes tienen un piso arriba pero no tienen suelo entre los asientos. De esta forma hay una reja, como podéis ver en la foto, para que la gente no se caiga. Los revisores piden el billete desde el piso de abajo directamente.

Aunque los asientos son cómodos, el trayecto es muy ajetreado. El tren suena bastante, tiene muchos baches y una vibración constante. Es bastante incómodo. La red de transportes no es ninguna maravilla, y eso que en la escuela me dijeron que era muy buena en esa parte de California, porque en el resto de Estados Unidos no es para nada buena. Aun así, la gente sigue acostumbrada a usar el coche, ya que las carreteras con grandes, con muchos carriles, etc.

El tren tenía la siguiente pinta:


Me recordaba al TALGO inicial que teníamos en España, así con chapa metálica por fuera.

En seguida se hizo de noche y de vuelta para casa. Uno puede ver por el camino en coche un montón de empresas tecnológicas.

Golden Gate Park.


Se acaba la estancia en San Francisco. El día anterior fue el último en la escuela. Fue un día triste para mí porque no quería irme. Hicimos algo especial, que consistió en ver una película y luego jugar al Tabú en inglés. Una de mis profesoras de la última semana me abrazó cuando me iba, y se me quedó muy grabado.

Así que me desperté el sábado con ganas de visitar lo único que me quedaba por visitar y que hay que visitar obligatoriamente: el Golden Gate Park. Este parque es muy grande. Para llegar a él tuve que coger un autobús y en el mapa que os enseñé en una foto aparece comprimida el área del oeste de la ciudad. De esta forma, hay unas 40 calles donde en el mapa aparecen 5.

Una cosa curiosa de los autobuses en la ciudad es que paran en casi todas las esquinas de las calles, así que van parando cada dos por tres. Lo bueno es que es fácil orientarse así, sabes exactamente dónde estás y en qué parada debes bajarte. Otra cosa curiosa es la de las puertas traseras. Hay 3 tipos:

- Puertas que se abren sin que hagas nada, simplemente el conductor las abre.
- Puertas para las que tienes que pisar el primer escalón para que el sensor detecte que hay alguien y se abran.
- Puertas que necesitan que aprietes una de las barras que van por la puerta y que están señalizadas con un cartel que dice que agarres la barra para abrir la puerta.

Con los dos últimos tipos de puerta metí la pata. Con la del sensor el conductor tuvo que decirme "¡pisa el escalón para que se abra la puerta!". Y con la de agarrar la barra, no le entendía: "Hold the handle!!", pero había mucho ruido y no entendía lo que decía, y eso que había cartel en ambas situaciones. Cosas que pasan.

El parque dispone de ciertos mapas de vez en cuando. Recomiendo de todas formas que llevéis uno vosotros, para ahorrar tiempo dando vueltas o pensando que estás andando por el camino equivocado. Encontramos unos campos de fútbol que estaban siendo utilizados para jugar al disco. Hay dos equipos y se disputa un partido de un juego que consiste en ir lanzando el disco, correr todo lo que puedas para cazarlo y que no te lo quite el equipo contrario, y supongo que llegar con él al otro lado del campo. Además, había una pista de atletismo de tierra alrededor de los 3 campos. Y mucha gente haciendo deporte.



Era tan grande que aunque mi cámara tiene un buen angular, no pude coger todo entero.


Yo en una praderita muy mona del parque.


Sin saberlo, recorrimos todo el parque tranquilamente. De repente encontramos un mapa y llegamos al jardín japonés, llamado "Japanese Tea Garden". La entrada costaba 5 dólares y es realmente pequeño y ridiculillo. Pero uno no se iba a quedar sin entrar, claro está.




Un puente curioso por el que se sube con unas traviesas. Es como subir escaleras.


En el parque encontramos muchas ardillitas. No temen a la gente y, de hecho, si les das de comer, comen de tu mano. Aquí os muestro a una chica japonesa que estaba en el parque dándoles de comer cereales.




El viaje de vuelta.

Mi vuelo salía por la mañana temprano. Así que hice el "check-out" en la residencia la tarde anterior, como indicaban las instrucciones.

Era hora de hacer la maleta. Momentos tristes para uno solo en su habitación. Por supuesto, tocó un último paseo solitario por la noche antes de ir a dormir por Polk Street, la calle que más me ha gustado de San Francisco, llena de restaurantes de todo tipo y mucho ambiente.

Y llegan las últimas reflexiones. Acabé tarde de hacer la maleta y de comerme un burrito que compré para llevar en un mejicano de la calle Polk. Menudo burrito, llamado "Jumbo", que no pude acabar y dejé en la nevera para acabar por la mañana. Llevaba judías, arroz, carne, verduras... Bastante grande además.

Dormí pocas horas. Al despertar llamé a un taxi y en seguida estuvo allí. Un tipo muy agradable, como casi todos los taxistas hasta el momento (los menos majos simplemente no hablan). Me preguntaba si había disfrutado, si volvería, me indicó cuándo habíamos abandonado la ciudad, etc.

Ya en el aeropuerto, con mucho tiempo por delante, llega la hora de facturar. El vuelo comienza al revés que a la venida, es decir, tengo American Airlines hasta Chicago y luego Iberia hasta Madrid. Así que la facturación la hace la primera. Pero como la vuelta es más sencilla, la maleta va directa hasta Madrid, yo no tengo que cambiar de terminal en Chicago y, de hecho, no tengo que salir de la zona de seguridad. El tiempo que tengo de espera es media hora aproximadamente, justo para comerme una hamburguesa en el aeropuerto de Chicago.

Así de triste acaba todo:



Para los que tengáis la misma duda que yo, el papelito verde de turista te lo quitan del pasaporte cuando embarcas en el último avión, es decir, cuando pisas por última vez suelo americano. Lo hace el personal que te embarca, no alguien de seguridad ni nada por el estilo. Ponen el papel en un cajoncito de plástico y tú te tienes que fiar de que lo entregan. Mucha gente que pasó despistada no enseñó el pasaporte y no le quitaron el papelito verde. En este caso tengo entendido que tienes que ir a la embajada de EEUU para que lo recojan.

Reflexiones finales.

La sensación que me queda de lo que he visitado es que me ha encantado. Es una zona genial, con una gente increíblemente amable y charlatana, que tiene siempre algo que decir sobre cualquier cosa, y siempre tienen paciencia para escuchar a un español que se expresa como buenamente puede.

Y la sensación desagradable que me traigo es sobre mi propio país. Es una sensación ligera de pena, con lo patriótico que soy. Pero, al igual que mucha gente tiene mucho que aprender de nosotros, hemos de aprender mucho de ellos. Somos un poco más cerradillos de mente que hace unos años, creo.

De hecho, gente que había viajado a España hace años siempre decía que les encantó todo. Pero gente que viajó hace poco, este año o el año pasado, se quedaron con una ligera decepción porque no encontraron lo que esperaban: gente alegre y charlatana, amable y atenta.

Y es que creo que poco a poco nos hemos ido quemando un poco más. Evidentemente estoy generalizando, sé que es injusto y a veces inadecuado, pero cuando he vuelto de allí es con lo que me he chocado, algo que me parecía completamente normal pero que ahora veo como algo que no me termina de alegrar. En cualquier caso, es una pequeñísima crítica que me gustaría que fuera constructiva, pero evidentemente no voy a conseguir "reconstruir" ni cambiar nada.

Lo que sí que puedo hacer es repetir lo que ya he dicho. Y es que desde el segundo día me pareció todo increíble y tres semanas pensé que eran pocas. Pasados los nervios y el cansancio del viaje, uno lo ve todo mejor.

San Francisco es una ciudad muy especial, totalmente diferente a todas las que he visto. Realmente me ha gustado.

Os animo a todos los que leáis esto a que visitéis California, sobre todo si os gusta la naturaleza y los paisajes desérticos.

Finalizo aquí mi relato sobre este gran viaje. Espero poder poner nuevos viajes pronto, si las vacaciones lo permiten.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Las Vegas. Nevada.

El segundo fin de semana se acercaba y seguíamos sin saber cómo ir a Las Vegas. Muchos de nosotros teníamos muchas ganas de ir pero no conseguíamos la mejor opción.

Las Vegas se encuentra a unas 10 horas en coche de San Francisco. No es necesario, en contra de lo que piensan muchos, pasar por Los Ángeles, y de hecho hacerlo sería dar un rodeo muy grande y alargar más de 3 horas el viaje. Por lo tanto, la paliza era considerable para ir un fin de semana, así que la opción más adecuada era coger un avión.

El viaje a Los Ángeles lo habíamos hecho con la agencia de viajes California Tours. No tengo ninguna queja de ellos dado que el viaje lo organizaron bien y no resultó ser demasiado caro (aunque sigo recomendando, aunque resulte pesado, alquilar un coche para los viajes y hacerlos por libre).

Pero California Tours no nos facilitaba una respuesta para ir a Las Vegas. En la escuela aproveché para preguntar a la recepcionista, que tiene muchos contactos y teléfonos de agencias a las que llamar, pero no paraban de decirnos que estaban esperando respuesta y que nos recomendaban ir en coche. "El viaje en coche es una experiencia muy americana, atravesando el desierto, con las ventanillas bajadas, sintiendo el calor, parando para hacer fotos..." Exacto, y para mí era una buena opción, no me importaba conducir 10 horas si hacía falta. Pero la gente no se animaba para nada. Así que si quería ir a Las Vegas, decía ingeniármelas para conseguir algo barato y cómodo para que todo el mundo viniera también.

Como última opción la recepcionista-secretaria (increíblemente eficiente siempre y atenta) me facilitó la dirección web de una agencia de viajes: Expedia. Siempre nos decían que el vuelo iba a costar unos 600 dólares y cosas así, pero finalmente en Expedia encontré muchas opciones de vuelo con hotel por bastante menos de 300 dólares. ¡¡Era más barato que el viaje a Los Ángeles!! Parecía increíble.

Y es que los vuelos domésticos en USA son muy baratos. La compañía United for TED (conocida como United a secas) ofrece vuelos domésticos especialmente económicos y son bastante agradables. De hecho, en el viaje en avión el piloto iba comentando que miráramos por las ventanillas de la derecha y observáramos las montañas y el cambio del desierto a la montaña, o que miráramos a la izquierda porque se encontraba un lago en medio del desierto, el único que íbamos a ver por allí. Lamentablemente no consigo entender al 100% todas las palabras de las frases que dicen por la megafonía de los sitios, así que simplemente cogía las ideas principales y lo corroboraba también por lo que la gente hacía.

Una vez reservado este ofertón, comuniqué las buenas nuevas a la secretaria y se encargó de decírselo a gente (o eso se supone que iba a hacer, aunque no sé si luego la gente le consultó o no). También lo comuniqué a la gente de las otras escuelas que conocí en el viaje a LA.

El viaje iba a ser un poco relámpago: salir el sábado de madrugada (a las 8.30AM salía el avión) y volver el lunes de madrugada también (a las 6.30AM salía el avión de vuelta).



Primera impresión de Las Vegas.

Las fotos lo dicen todo:


Nada más bajar del avión uno se encuentra esto: el gran rótulo de bienvenida a Las Vegas. Antes de ello y después, podemos ver que en la sala de espera para embarcar ¡¡hay máquinas de casino!!


En esta primera foto parece que estamos en el casino completamente, con la moqueta y todo. Pero si os fijáis al fondo a la derecha, hay indicaciones de puertas de embarque del aeropuerto.

En la siguiente foto sí que se nota un poco más que estamos en el aeropuerto, es otra zona de puertas de embarque y tiene menos máquinas y menos decoración.


Nada más bajar del avión recibimos una buena bofetada de calor seco. Las Vegas está rodeado de montañas y pequeños poblados. La gente no suele vivir allí de hecho, sino en los poblados y en casas en las montañas. Desde la ciudad hasta dichas montañas, y al otro lado de éstas, uno puede encontrar desierto. Desierto americano, no africano, pero desierto en cualquier caso. Por lo tanto, el calor es considerable.

Esto fue muy chocante para los franceses que venían conmigo, ya que para ellos esas temperaturas son inalcanzables según me dijeron. Sin embargo, vi en un termómetro que sólo había 44 grados, y la sequedad era aproximada a la de Madrid en pleno julio. Cuando les dije que en Madrid en julio podemos tener esa temperatura, flipaban. Algunos españoles no se lo creían del todo, pero por suerte alguno que otro de Madrid sí que me apoyó.

Así que para mí era desagradable porque venía de San Francisco y me había acostumbrado al fresquito de la ciudad, pero en seguida pude acostumbrarme y sentirme como si estuviera en casa.

Lo bueno es que en seguida entras en los hoteles y se está bastante fresquito, y muchos te brindan acceso de un hotel a otro de forma rápida, de tal forma que sólo tienes que caminar un pequeño tramo.

El alojamiento que tuve fue el Hotel Luxor. Es el que tiene forma de pirámide. Me alojé en la planta 16, y la foto la tomé desde el pasillo, que es como una terraza continua para todas las habitaciones y se puede ver el interior.




La gente era realmente pequeña desde aquí.






Esta foto la tomé desde abajo. Daba vértigo mirar hacia arriba según la disposición de los pisos. Una cosa curiosa es que los ascensores no se llamaban "elevators" sino "inclinators". En ciertas ocasiones notabas el movimiento lateral del ascensor cuando subías o bajabas.

En el medio del hotel había muchos restaurantes, el casino, edificios de cartón-piedra decorando cosas, o albergando mini-museos, atracciones chorras, puestos de comida rápida, etc.

Sólo tuve que esperar un par de horas para que llegaran los españoles y la chica alemana con los que quería juntarme, aunque mis compañeros de habitación franceses se fueron a la piscina y ya no supe nada más de ellos salvo en algún que otro momento que coincidimos en la habitación (al despertarnos por la mañana, por ejemplo).


Pasear por la tarde.

Es una locura. No tengo una frase mejor. Pasear por la tarde por Las Vegas es una locura. No lo recomiendo a nadie. Aunque parezca que va a ser una oportunidad de ver más cosas, lo que consigues es morirte de calor y, posiblemente, resfriarte al estar entrando y saliendo de los hoteles, donde tienen el aire acondicionado puesto a gran potencia.

Aun así, paseamos por la tarde (a armarla parda). No nos íbamos a quedar encerraditos en el hotel para dos días que íbamos a estar en Las Vegas, ¿no? Recorrimos gran parte de la avenida principal de la ciudad. Por supuesto, en dos días no nos dio tiempo a ver todos los hoteles que allí hay, pero sí que visitamos una gran mayoría. Os pongo algunas fotos:


Entrada al hotel Luxor.


Esto que véis es una especie de puentecito. Debajo de la esfinge aparcaban los taxis y los "suttles" para recoger y dejar a pasajeros. Debajo de la esfinge había sombra y la temperatura era bastante más baja que desde donde hice la foto, pero aun así era de lo más agobiante. Para mí sobre todo era muy agobiante porque me había acostumbrado durante dos semanas al clima de San Francisco, que es muy fresquito y con humedad agradable.


El hotel Luxor. Tiene como primer hotel la pirámide y luego varias extensiones en forma de edificios cuadrados intentándole dar formas raras, pero siguen siendo bloques cuadrados normales sin ningún interés. La parte que me pareció más bonita fue la pirámide, donde me alojé. Lo curioso es que las ventanas no se pueden abrir, y son inclinadas hacia dentro de la habitación, así que si no tienes cuidado te acercas a la ventana y te das con el cristal en la frente (cosa típica porque son cristales limpios y no te lo esperas inclinado). La punta del hotel se iluminaba de noche, y las aristas con luces que se movían desde la base hasta la punta. Desde la punta salía un rayo de luz muy intenso en vertical hacia el cielo, como si de una luz desde un OVNI se tratara. Esa luz intensa sólo la vimos la noche del sábado, y la noche del domingo intuyo que la apagaron al igual que el resto de la semana, para no tenerla encendida entre semana.


El hotel Excalibur. Es un monstruo de hotel. Si el hotel Luxor tenía una barbaridad de gente y de habitaciones dentro y no parecía desde fuera demasiado monstruoso, no quiero imaginar la cantidad de habitaciones que podrían tener en otros hoteles como el Excalibur o el hotel París.


Vista desde la ventana de mi habitación. Teníamos 4 piscinas comunicadas por el agua. Disfrutamos de ellas el domingo por la mañana, ya que el sábado por la noche habíamos salido por casinos y clubs en ellos, y al despertarnos nos vino genial disfrutar de la piscina un buen rato. No está tan poblada como parece en la foto, realmente una vez abajo no te da sensación de agobio por exceso de gente.


En esta foto creo que se ve un poco la luz que os decía en la punta.


Mis chicos y mis chicas del viaje a Las Vegas. ¡¡¡Que majetes tós!!!


Un tren que comunicaba varios hoteles en Las Vegas: Luxor y Mandalay Bay, entre otros.



El hotel New York New York. Tiene una montaña rusa en su interior. No me monté porque costaba $14, un timo increíble. Por lo demás, el hotel no parecía ninguna maravilla.


Maquinitas del casino del New York New York.




El hotel Belaggio. En el lago que aparece en primer plano se hacía un espectáculo nocturno con agua. En realidad a mí este espectáculo me decepcionó bastante. Ponían la música de Titanic o cosas así por los altavoces y lanzaban agua a gran altura, conjuntándolo con algunos chorrillos de agua giratorios. Nada espectacular salvo por la primera impresión y el ruido que hacían los chorros de agua que salían hasta gran altura, pero no tenían luces de colores ni nada por el estilo. No obstante, era un espectáculo bonito.

El hotel Belaggio me pareció de lo más lujoso a la entrada. Sin embargo me haría cambiar de opinión el hotel Caesar Palace, que es increíblemente más glamuroso y tiene unas entradas y recepciones incomparables.


Aquí salgo yo y de fondo el hotel París (entre otros). Estaban en la acera oeste de Las Vegas con todo lleno de obras. Esto se debe a que estaban construyendo unos monstruosos hoteles a este lado y tenían toda la acera cortada, como se puede ver en la foto.


El hotel París visto desde la entrada del hotel Belaggio, justo en frente, con una posición perfecta para fotografiarlo.

Entradita al hotel Belaggio. Desde la acera, como la entrada real está bastante metida hacia dentro (hay que atravesar el laguito), disponen de pasillos con techo y deslizadores mecánicos.


La entrada al hotel Belaggio. La verdad es que está todo muy cuidado y son súper atentos con la gente.



Las Vegas de noche.


Las Vegas de noche cambia considerablemente. Después de la paliza volvimos a la habitación, nos duchamos y volvimos andando hasta el hotel París para cenar allí. El paseo si no hubiera gente por la calle sería de 20 minutos más o menos, pero la media hora no te la quitaba nadie debido a que te ibas tropezando con todo el mundo. Es algo agobiante, como ya comenté antes.



Para cruzar de una acera a otra, hay pocos pasos de peatones. Lo más cómodo es aprovechar los pasos elevador por encima de la calle y así no hay que esperar al semáforo. Desde el paso del hotel New York New York aproveché para sacar esta fotillo de la iluminación de la ciudad. Y fue en ese momento cuando me di cuenta de que la decepción iba a ser mayor con Las Vegas, ya que me imaginaba algo súper iluminado, y sin embargo es bastante sombría. Sólo los rótulos de los hoteles y casinos no son capaces de dar tanta iluminación como un piensa que darían. Uno imagina muchísima más densidad de edificios y luces. Imagino que en muchas calles de New York hay mucha más iluminación.


Pues nada, viciándome en una maquinilla.



El hotel New York New York de noche. Mejoran en encanto los hoteles de noche.


En la tienda M&M's. La gente coloca una bolsita debajo, tira de una palanquita y empiezan a caer M&M's con gran fuerza. Así que muchos se caen y se quedan en una rendija, de donde la gente se los come. No me resultó demasiado caro, pero hay que pensar que los M&M's de por sí no son baratos. Como podéis ver, había de todos los colores.


El Bellagio de noche. Gana en atractivo, como todo en Las Vegas. Sin embargo es un casino un tanto aburrido, bastante silencioso en comparación con los demás casinos y la gente anda bastante seria allí.


Camino de un hotel a otro, te encuentras por la calle con limusinas como ésta. Alquilar una limusina es realmente barato allí, puedes montarte tu fiesta particular en el interior y luego te dejan en la discoteca que quieras. Sin embargo, en Las Vegas eso no tiene glamour, es demasiado común ver limusinas llegando a los casinos. Así que hay que buscarse los trucos para llamar de alguna forma la atención.


Aquí estamos ante el que puede ser el mayor de los hoteles de la ciudad. No estoy nada seguro pero es la impresión que me dio a mí. Está formado por varios edificios y alguno de ellos es bastante alto. La entrada es increíble, mucho más elegante que la entrada del Bellagio, que ya parecía ser de lo más elegante que uno se iba a encontrar en Las Vegas.


Uno de los edificios del Caesar Palace, el más alto de todos. Es fino pero tiene muchísimo fondo.

Nada más entrar te encuentras con este recibimiento.


Tocaban fotos como ésta.


O como ésta, que causó sensación entre algunos que paseaban por allí.



En el Caesar Palace es donde decidimos pasar la segunda noche de fiesta. Allí hay un club, que además fue de entrada gratuita porque teníamos unas tarjetas que nos dieron horas antes a la entrada del casino, que tiene una terraza al aire libre. Fue de lo mejorcito que encontré en la ciudad. Podías ver desde la terraza muchos hoteles y casinos de la ciudad.


Desde la terraza del club del Caesar Palace hice esta foto. Esa luz que se ve al fundo en vertical es la que sale desde la punta del hotel Luxor, en el que me alojé. Estábamos a algo más de media hora andando, y la luz se veía perfectamente.

La fiesta no duró toda la noche como pasó el primer día, ya que mi avión salía a las 6 de la mañana de vuelta a San Francisco. Sin descansar, llegué al hotel, hice la mochila y cogimos un taxi para el aeropuerto.