jueves, 28 de agosto de 2008

El primer fin de semana. Parte I.

La primera semana se fue bastante productiva. Conocí a mucha gente y no paré de mezclarme con grupos que se estaban haciendo. Un chico español me comentó que al haber tanta gente en agosto, la gente hacía sus grupos (muchos por nacionalidades) y que no molaba tanto como cuando él estuvo en junio.

La discoteca NV Club.

Dos chicos italianos, que no sé qué hacían exactamente en la escuela, pasaban mucho por allí y organizaban muchas fiestas. Uno de ellos había sido DJ en una discoteca de San Francisco, así que nos consiguió a todos los de la escuela una rebaja de 10 dólares a 2 para unas cuantas noches. Yo asistí un día.

La discoteca era curiosa. Tenía que verla porque era de lo más americano. A la entrada una cola bastante considerable. Unos tipos de seguridad diciendo que no ocupáramos la calle porque no dejábamos pasar a los peatones, así que nos pegáramos contra la fachada del edificio. Cuando llegó nuestro turno, me cachearon, me pasaron un detector de metales, me vaciaron los bolsillos, miraron y remiraron el pasaporte, y finalmente me pusieron un sello en la muñeca para poder pasar.

Hay dos cosas típicas aquí: la primera es que en TODOS SITIOS piden el pasaporte; la segunda es que en casi todos los sitios te ponen un maldito sello en la muñeca con el logo del bar o discoteca con una tinta que no hay dios que quite al día siguiente. Y no tienen ningún sentido, porque si luego yo quisiera salir a fumar por ejemplo como hace mucha gente, pediría que me pusieran el sello en ese momento. Pero para gente como yo, que nos quedamos metidos dentro sin salir en todo el rato, no tiene ningún sentido que manchen mi bonita piel.

Añado dos cosas más: no está permitido fumar en la mayoría de los bares, y se respeta esto; y, por último de momento, en San Francisco se deja de servir alcohol en cualquier sitio un poco antes de las 2 de la mañana. Por lo tanto, los locales a la 1:45 te están echando. Claro que, los sitios se llenan a las 8 de la tarde.

Continuando con la discoteca, de la cual no tengo fotos (lo siento chicos), pude ver cosas súper extrañas. Para empezar, las chicas americanas van vestidas como si de una boda se tratase: vestidos brillantes, dorados, plateados, peinados muy trabajados, etc. En general suelen vestir falditas muy cortas y la forma de bailar es como reggaeton pero con hip-hop y un poco más salvaje. Y, usualmente, las chicas están de muy buen ver.

Dentro pude ver a tipos enormemente grandes, de éstos con los que jamás te meterías ni mucho menos. Por cierto, que a la entrada nos decían que teníamos que llevar camisa, no camiseta. Yo iba con una camiseta y una sudadera deportiva por fuera. Me dijeron que así no podía entrar. Así que me quité la sudadera y según lo hacía, me decían que como llevaba camiseta debajo, no podía. Pero al ver la camiseta, que no era una de "Toldos Martínez" (espero que nadie tenga una empresa de toldos y se apellide Martínez), sino que era una camiseta normal para salir de fiesta, el tipo me dijo: "Hey tío, me gusta tu camiseta, ¿de dónde eres?", por lo cual tuvimos 3 ó 4 minutos de conversación. Hablar con un negro de 2,10 metros con un acento americano horriblemente duro y que es el último que te queda por superar para poder pasar a la discoteca, implica que tienes que darlo todo para caerle bien.

El viaje a Los Ángeles.

A mitad de semana conseguí reservar el viaje a Los Ángeles con una agencia de viajes que había elegido la escuela para dicha actividad. Finalmente no salía demasiado caro. El viaje lo hicimos en autobús, y fue bastante duro. Son unas 9 ó 10 horas de viaje en autobús. Lo bueno es que conocí a muchísima gente que no eran de la academia y con los que ahora tengo contacto y quedamos.

Dado que estaba bastante harto de los franceses con los que había pasado la primera semana, y su manía de hablar francés cada dos por tres, no respeté al chico francés que venía conmigo en el viaje (era uno de los que hablaban francés esa primera semana y no me respetó a mí), y hablé bastante en castellano con los españoles que iban en el autobús. Sin embargo rápidamente tuvimos que hablar inglés porque con los españoles venía gente de otros países que no sabía español, y ellos no tenían por qué pagar ese precio injustamente (¡¡qué buenos que somos!!)

Al llegar al sur de California, paramos en Santa Mónica, donde vimos la playa (muy bonita, por cierto), las casetas de los vigilantes de la playa, y dos o tres calles más por allí.

Ahí nos dimos cuenta de la primera implicación que tenía ir en un viaje organizado: te sueltan como animalicos un ratejo donde ellos quieren y el tiempo que estiman oportuno. Así que desde aquí animo a todo aquel que quiera venir aquí a conocer sitios, que alquile un coche y haga el viaje por su cuenta. Las carreteras son buenas, seguras, la gente conduce muy bien, respeta los límites de velocidad y las distancias de seguridad, hay poquísimos accidentes, los coches son muy cómodos y la gasolina es barata. Animo a que no se tenga miedo porque tan sólo hay que superar el requisito de ser mayor de 25 años con la mayoría de las empresas que alquilan coches (hay algunas que no lo exigen, así que igualmente los mayores de 18 que tengáis carné de conducir español podéis alquilar).

En cualquier caso, quisimos disfrutar del viaje organizado, y os por ello os pongo un par de fotos de Santa Mónica:
Creo que si ampliais la foto, podéis ver una especie de montaña rusa en pequeñito. Suponíamos que era para niños y está por encima del mar. Muy curiosa.

La playa me resultó realmente bonita. Hay gente que me había dicho que estaba decepcionada con la playa, pero a mí me gustó mucho. Tanto que me aventuré a quitarme las deportivas, subirme las piernas del pantalón y andar por la finísima arena blanca. El resultado, el siguiente:

Pues sí, una foto en la caseta de los vigilantes de la playa. Dentro había una socorrista, aunque no lo parecía, y cuando uno de nosotros subió la rampa para que le hiciéramos una foto en la rampa, ella salió y el chico se asustó. Pensó que le iba a echar la bronca o algo así. Pero lo que nos vino a decir es si queríamos el flotador rojo para hacernos fotos allí en la rampa. ¡Qué amable!

Después de Santa Mónica vino pasar por Sunset Boulevard. A los lados podíamos ver las calles que llevan a las casa de los famosos de Beverly Hills. Había unas señales que eran un tanto extrañas, y no sé si tienen algo que ver con una historia que me contó un chico español de la escuela. Resulta que iba con su coche y se metió en Beverly Hills y de repente, después de recorrer una o dos calles, le pararon 4 coches de policía. Le dijeron que era una zona privada y que no podía circular por allí. No le dijeron nada más, simplemente le pidieron documentación, él explicó que era turista y que no sabía nada y que se marchaba en ese preciso instante. Según me contó fueron muy amables con él pero al principio le asustaron porque, evidentemente, no sabían lo que quería hacer allí. Las señales de las que hablo son como la siguiente:

Según entendimos, esa señal indica que en esa dirección (calle perpendicular a Sunset Boulevard) se iba a barrios privados y que había que andar con ojo. Pero no estoy seguro. Si alguien lo sabe a ciencia cierta, que me lo comente si me puede hacer el favor.

En el siguiente fascículo seguiré contando cosas del viaje a Los Ángeles.

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