jueves, 28 de agosto de 2008

El primer fin de semana. Parte I.

La primera semana se fue bastante productiva. Conocí a mucha gente y no paré de mezclarme con grupos que se estaban haciendo. Un chico español me comentó que al haber tanta gente en agosto, la gente hacía sus grupos (muchos por nacionalidades) y que no molaba tanto como cuando él estuvo en junio.

La discoteca NV Club.

Dos chicos italianos, que no sé qué hacían exactamente en la escuela, pasaban mucho por allí y organizaban muchas fiestas. Uno de ellos había sido DJ en una discoteca de San Francisco, así que nos consiguió a todos los de la escuela una rebaja de 10 dólares a 2 para unas cuantas noches. Yo asistí un día.

La discoteca era curiosa. Tenía que verla porque era de lo más americano. A la entrada una cola bastante considerable. Unos tipos de seguridad diciendo que no ocupáramos la calle porque no dejábamos pasar a los peatones, así que nos pegáramos contra la fachada del edificio. Cuando llegó nuestro turno, me cachearon, me pasaron un detector de metales, me vaciaron los bolsillos, miraron y remiraron el pasaporte, y finalmente me pusieron un sello en la muñeca para poder pasar.

Hay dos cosas típicas aquí: la primera es que en TODOS SITIOS piden el pasaporte; la segunda es que en casi todos los sitios te ponen un maldito sello en la muñeca con el logo del bar o discoteca con una tinta que no hay dios que quite al día siguiente. Y no tienen ningún sentido, porque si luego yo quisiera salir a fumar por ejemplo como hace mucha gente, pediría que me pusieran el sello en ese momento. Pero para gente como yo, que nos quedamos metidos dentro sin salir en todo el rato, no tiene ningún sentido que manchen mi bonita piel.

Añado dos cosas más: no está permitido fumar en la mayoría de los bares, y se respeta esto; y, por último de momento, en San Francisco se deja de servir alcohol en cualquier sitio un poco antes de las 2 de la mañana. Por lo tanto, los locales a la 1:45 te están echando. Claro que, los sitios se llenan a las 8 de la tarde.

Continuando con la discoteca, de la cual no tengo fotos (lo siento chicos), pude ver cosas súper extrañas. Para empezar, las chicas americanas van vestidas como si de una boda se tratase: vestidos brillantes, dorados, plateados, peinados muy trabajados, etc. En general suelen vestir falditas muy cortas y la forma de bailar es como reggaeton pero con hip-hop y un poco más salvaje. Y, usualmente, las chicas están de muy buen ver.

Dentro pude ver a tipos enormemente grandes, de éstos con los que jamás te meterías ni mucho menos. Por cierto, que a la entrada nos decían que teníamos que llevar camisa, no camiseta. Yo iba con una camiseta y una sudadera deportiva por fuera. Me dijeron que así no podía entrar. Así que me quité la sudadera y según lo hacía, me decían que como llevaba camiseta debajo, no podía. Pero al ver la camiseta, que no era una de "Toldos Martínez" (espero que nadie tenga una empresa de toldos y se apellide Martínez), sino que era una camiseta normal para salir de fiesta, el tipo me dijo: "Hey tío, me gusta tu camiseta, ¿de dónde eres?", por lo cual tuvimos 3 ó 4 minutos de conversación. Hablar con un negro de 2,10 metros con un acento americano horriblemente duro y que es el último que te queda por superar para poder pasar a la discoteca, implica que tienes que darlo todo para caerle bien.

El viaje a Los Ángeles.

A mitad de semana conseguí reservar el viaje a Los Ángeles con una agencia de viajes que había elegido la escuela para dicha actividad. Finalmente no salía demasiado caro. El viaje lo hicimos en autobús, y fue bastante duro. Son unas 9 ó 10 horas de viaje en autobús. Lo bueno es que conocí a muchísima gente que no eran de la academia y con los que ahora tengo contacto y quedamos.

Dado que estaba bastante harto de los franceses con los que había pasado la primera semana, y su manía de hablar francés cada dos por tres, no respeté al chico francés que venía conmigo en el viaje (era uno de los que hablaban francés esa primera semana y no me respetó a mí), y hablé bastante en castellano con los españoles que iban en el autobús. Sin embargo rápidamente tuvimos que hablar inglés porque con los españoles venía gente de otros países que no sabía español, y ellos no tenían por qué pagar ese precio injustamente (¡¡qué buenos que somos!!)

Al llegar al sur de California, paramos en Santa Mónica, donde vimos la playa (muy bonita, por cierto), las casetas de los vigilantes de la playa, y dos o tres calles más por allí.

Ahí nos dimos cuenta de la primera implicación que tenía ir en un viaje organizado: te sueltan como animalicos un ratejo donde ellos quieren y el tiempo que estiman oportuno. Así que desde aquí animo a todo aquel que quiera venir aquí a conocer sitios, que alquile un coche y haga el viaje por su cuenta. Las carreteras son buenas, seguras, la gente conduce muy bien, respeta los límites de velocidad y las distancias de seguridad, hay poquísimos accidentes, los coches son muy cómodos y la gasolina es barata. Animo a que no se tenga miedo porque tan sólo hay que superar el requisito de ser mayor de 25 años con la mayoría de las empresas que alquilan coches (hay algunas que no lo exigen, así que igualmente los mayores de 18 que tengáis carné de conducir español podéis alquilar).

En cualquier caso, quisimos disfrutar del viaje organizado, y os por ello os pongo un par de fotos de Santa Mónica:
Creo que si ampliais la foto, podéis ver una especie de montaña rusa en pequeñito. Suponíamos que era para niños y está por encima del mar. Muy curiosa.

La playa me resultó realmente bonita. Hay gente que me había dicho que estaba decepcionada con la playa, pero a mí me gustó mucho. Tanto que me aventuré a quitarme las deportivas, subirme las piernas del pantalón y andar por la finísima arena blanca. El resultado, el siguiente:

Pues sí, una foto en la caseta de los vigilantes de la playa. Dentro había una socorrista, aunque no lo parecía, y cuando uno de nosotros subió la rampa para que le hiciéramos una foto en la rampa, ella salió y el chico se asustó. Pensó que le iba a echar la bronca o algo así. Pero lo que nos vino a decir es si queríamos el flotador rojo para hacernos fotos allí en la rampa. ¡Qué amable!

Después de Santa Mónica vino pasar por Sunset Boulevard. A los lados podíamos ver las calles que llevan a las casa de los famosos de Beverly Hills. Había unas señales que eran un tanto extrañas, y no sé si tienen algo que ver con una historia que me contó un chico español de la escuela. Resulta que iba con su coche y se metió en Beverly Hills y de repente, después de recorrer una o dos calles, le pararon 4 coches de policía. Le dijeron que era una zona privada y que no podía circular por allí. No le dijeron nada más, simplemente le pidieron documentación, él explicó que era turista y que no sabía nada y que se marchaba en ese preciso instante. Según me contó fueron muy amables con él pero al principio le asustaron porque, evidentemente, no sabían lo que quería hacer allí. Las señales de las que hablo son como la siguiente:

Según entendimos, esa señal indica que en esa dirección (calle perpendicular a Sunset Boulevard) se iba a barrios privados y que había que andar con ojo. Pero no estoy seguro. Si alguien lo sabe a ciencia cierta, que me lo comente si me puede hacer el favor.

En el siguiente fascículo seguiré contando cosas del viaje a Los Ángeles.

martes, 26 de agosto de 2008

Algunas fotillos de San Francisco

Lo prometido es deuda. Me compré la cámara en una tienda a media hora de mi residencia andando. Fui a la residencia para cargar la batería y me volví a patear una parte de la ciudad que volvía a estar a media hora andando para poder sacar algunas fotos de noche. Es sorprendente porque el estabilizador de posición funciona realmente bien y las fotos no salen nada movidas de noche en general.
En primer lugar, cómo no sacar una foto a este lugar. Este establecimiento se encuentra al lado de mi academia, que es la que está a continuación de la valla negra, el siguiente edificio. En este establecimiento se pueden comprar refrescos, bollitos riquísimos, magdalenas, galletas enormes y, como no, café. Tienen 25 tipos de café. Un invento muy bueno es que te dan el café para llevar y tienen tapa con un agujerito pequeño para que bebas por él, pero además te dan un trocito de cartón en el que se mete el vaso y así no te quemas. Son unos detallistas en cuanto a la comida para llevar aquí en América. Pero el café americano es horrible. Es muy transparente, de tal forma que al echarle una gota de leche se pone blanco. Tiene sabor a café amargo, igual que cuando dejas café europeo hecho durante días. Por mucho azúcar que eches, sigue sabiendo amargo. Y, por último, no despeja nada, la cafeína brilla por su ausencia. Empiezo a suponer que sólo usan café descafeinado. No obstante, me estoy acostumbrando a él y no puedo parar de tomarlo a media mañana, después de comer, etc. Incluso los Starbucks sirven un café malísimo.

Hablando de bebidas buenas y malas: el agua de San Francisco se puede beber del grifo. No es como la de Madrid, pero está buena. Y, aunque a mí me gusta llevar mi botella de agua en la mochila, en más de una ocasión la he vaciado por la tarde paseando por la ciudad, ya que las cuestas hacen que tengas que consumir mucho agua. Eso y que al ir hablando, y encima en otro idioma, la boca lo pide. El caso es que si se acaba la botella, puedes rellenarla en bastantes fuentes de algunos lugares: centro comercial, estación, etc. Pero además, puedes entrar en cualquier bar o cafetería y pedir un vaso de agua, que te lo darán encantados (eso sí, con mucho hielo, así que si no os gusta, tenéis que indicarlo). Aquí el agua es gratis hasta en las discotecas, donde dejan una jarra de agua encima de la barra y vasitos y la gente va cogiendo según le interesa. Nótese que esto lo he visto sólo en San Francisco; en Las Vegas no lo vi.

Éste es el famosísimo Cable Car. Realmente sólo tiene 2 zonas de circulación, de tal forma que es más turístico que otra cosa. Además, cuesta a día de hoy 5$, y no se puede utilizar el abono transportes que hay por esta zona. Por cierto, es bastante recomendable el abono porque cuesta 45 dólares y te sirve para todo: autobús, metro, tranvía. Yo no lo compré porque no lo uso demasiado, ya que camino muchísimo. De hecho tengo unas ampollas en los pies considerables. He decidido no hacer una foto de mis pies porque no creo que sea demasiado agradable, pero si alguien insiste lo haré.

Aquí pongo una fotillo de noche del Cable Car:

El sistema que utiliza este medio de transporte, como podeís ver, no es mediante energía eléctrica obtenida por líneas de tensión encima del tranvía. Tampoco obtiene la energía eléctrica de las vías. El Cable Car se mueve gracias a un cable de acero en el rail que es movido constantemente por un motor que existe en una zona de la ciudad. El conductor del Cable Car tiene una palanca de tal forma que cuando la pone en una posición, el tranvía se engancha al cable y se mueve, y cuando la pone en la otra posición, el tranvía se desengancha del cable y frena las ruedas. Es un sistema muy simple y, yendo por las calles por donde pasa, puedes oír y ver perfectamente el cable moviéndose por el rail. Va despacito y el conductor toca la campana cada dos por tres para que los coches en las intersecciones se enteren de su llegada. Tiene prioridad en todas las calles sin semáforo, aunque tenga STOP en su recorrido.

Plaza Union Square desde la esquina de la calle Powell con la calle Geary. Es una plaza muy famosa donde existe un escenario perenne y hay actuaciones en directo de diversos tipos de música.

Esto es lo que se ve en el centro de la plaza Union Square. ¿Qué o quién es? Ni idea, no me paré a leerlo, pero mola.

Borders Books & Music. Esta tienda es una librería muy grande de tres plantas. La curiosidad es que puedes coger un libro y leerlo tranquilamente como si se tratara de una biblioteca. Dispone de una zona con mesas donde pues leer y tomar un café que allí mismo te venden. Es curioso porque puedes coger un libro, meterlo en la mochila e irte. Aquí no hay control de seguridad, no hay detectores en la puerta. Se presupone que no vas a hacer nada malo. Eso sí, como lo hagas y te pillen, aquí no te meten un susto y ya está, sino que te meten en la cárcel y te juzgan. Los comerciantes se sienten protegidos y no necesitan esas medidas de seguridad (en general, porque en algunas tiendas sí que he visto los detectores), porque la gente no se la juega de esa forma.

Para acabar, un par de fotitos más:

El cartel que veis a la derecha, negro y con luces que en la foto se ven como de color rosa, es el de una discoteca que hay en la planta 21 de un hotel cuya entrada está justo debajo del cartel. Desde allí arriba se puede ver todo San Francisco. La vista es realmente alucinante. Pero cuando de repente crees que estás muy alto y que dominas la ciudad, te giras y por una de las ventanas puedes ver que no eres más que una hormiga al lado de los enormes edificios que hay cerca, pertenencientes al Finantial District, que probablemente sean 4 veces más altos que este hotel.

De nuevo se ve el cartel de la discoteca en la parte alta del hotel.

Un cochecico que me hizo sentirme en el Far West de nuevo. Perfectamente cuidado, precioso, y con un motor gasolina enorme que sonaba genial y hacía que la camioneta fuera muy rápido.

Desde el parque Alamo Square, podemos ver hacia un lado el Golden Gate Park. No pongo fotos porque no se veía realmente, dado que la niebla se lo estaba comiendo. Al otro lado vemos la parte sin niebla todavía en esa tarde en la que tomé varias fotos. Si os fijáis, son casas como las de las series americanas que veía de pequeño: Padres Forzosos, Los Problemas Crecen... También podéis apreciar la inclinación de la calle, esta vez con los coches aparcados en línea.

Por cierto, un comentario rápido: ya sé por qué en California todos los coches son gasolina. Es porque está prohibido el diésel en el estado de California. Sólo lo pueden usar caminones de transporte interurbano y los autobuses no eléctricos. Así que os mentí cuando dije que todos los autobuses son eléctricos, porque he visto varios diésel después. Mil disculpas. Lo bueno que tienen es que el tubo de escape lo tienen en la parte alta, así que los peatones no sufren la salida de humos de los autobuses.

De cómo sobrevivir la primera semana

Aunque ya estoy viviendo la última semana, ahora comienzo a escribir algo sobre la primera.

Las cosas se desarrollaron de la siguiente forma: yo seguía el horario de las clases y después hacía lo que quería con mi tiempo libre.

Al haber mucha gente en la academia en este mes de agosto, optaron por poner el horario en zig-zag: lunes por la tarde, martes mañana, miércoles tarde... Los días que hay clase por la mañana se aprovechan mucho más, sobre todo si no tienes fuerza de voluntad para despertarte temprano los días que tienes clase por la tarde para poder aprovechar la mañana. Pero en mi caso no ha sido así y lo he dado todo despertándome temprano.

Así en general, para hablar un poco de nacionalidades, se podría decir que la gente asiática es muy típida y es difícil hacer amistad con ellos, a excepción de los asiáticos pro-occidentales, es decir, los asiáticos que toman el sol, que llevan peinados raros de punta, o chicas que se tiñen de rubias, etc. Son asiáticos que no quieren parecer para nada asiáticos en cuanto a la forma de ser.

Por otro lado, están los italianos. Es con los que mejor me he llevado, como suele pasar. España e Italia siempre ha tenido muchas rivalidades en el fútbol, pero creo que en el resto de cosas somos los que mejor encajamos. Es curioso lo bien que nos llevamos entre nosotros. Por cierto, os envío felicitaciones de decenas de italianos que me las transmitieron por haberles ganado en la Eurocopa de 2008.

Franceses: parece ser que nunca voy a acabar de encajar con ellos. El comportamiento francés es bastante extraño, y he tenido la mala suerte de conocer primeramente a un grupo de franceses y francesas que siempre hablaban en francés. Por un lado era porque algunos no hablaban nada bien inglés (mal por ellos porque les interesaría practicar); por otro lado porque no les daba la gana (como es el caso de un chico de mi residencia que habla genial y está en el nivel más alto pero no le da la gana hablar inglés cuando está con gente francesa).

Al principio parecía que querían hablar inglés. El segundo día pasaron completamente de mi presencia y hablaron francés durante mucho rato. Al final de ese día les dije que no me llamaran al día siguiente y me pidieron disculpas, alegando que tenía que haberles dicho que hablaran inglés cuando se pusieron a hablar en francés. Al tercer día se comportaron más o menos, pero estaba ya demasiado harto y había hecho amistades en la escuela y en otras escuelas por conocidos de conocidos.

Paseando por la calle de repente oyes a gente hablar español de España (cómo me gusta la "ñ"). Entonces ves sus mochilas o carpetas y dices: "son de una academia de idiomas". Sólo tienes que preguntar, intercambiar correo, móvil, etc. Ya tienes un contacto más en el saco. Es mucho más sencillo conocer a gente en la escuela, pero es mucho más fiable conocer a gente española, aunque se trate de gente que has conocido en un momento en la calle. Al final tener a alguien con quien poder hablar en tu lengua es algo interesante. No es mi caso, pero sí el de ciertas personas que al principio no parecían mostrar mucho interés pero, cuando necesitaban hablar "en serio" y relajadamente, me han llamado.

No voy a enrollarme mucho más sobre el asunto.

El mundo es un pañuelo.

Efectivamente, lo es. Cuando llegué el primer día de escuela por la tarde a mirar mi calificación y mi clase (que por cierto fue muy buena para lo que me esperaba, estoy en el segundo nivel empezando por arriba), una chica italiana de mi residencia me presentó a una chica de España. Esa chica me preguntó de dónde era y resulta que somos de Torrejón los dos. Vive a unos 10 minutos andando de mi casa. El mundo es un pañuelo.

Pero no sólo eso. La primera semana fue un constante dolor de cabeza para mí, dado que para poder entender a la gente hablando en inglés, tengo que poner muchísima atención. Y los españoles no nos queríamos juntar para hablar español. De hecho, hablábamos inglés porque siempre había gente de otros países con nosotros.

Es más, de repente en ciertas horas del día, no era capaz de entender nada de inglés ni de hablar, así que me veía completamente frustrado ¡¡¡al ver que no podía hablar!!!

Por suerte al final de la semana la cosa cambió y ya no me costaba tanto cambiar el chip. Pero en esa primera semana una de las chicas francesas de mi residencia me presentó a un chico español que ha venido a estudiar a la Universidad de California. Me vino muy bien poder hablar con alguien en español durante horas, y a él también.

Y el mundo es un pañuelo porque este chico español resultó ser conocido por unas chicas que conocí en el viaje a Los Ángeles le primer fin de semana.

Aprovechando la primera semana.

La sensación que tengo es que la primera semana la he aprovechado mucho más que la segunda.

Cosillas interesantes que puedo comentar, es algo que vi por la calle cuando paseaba hacia un parque extraño desde el que se puede ver el enorme parque Golden Gate Park y la niebla comiéndose dicho parque.

Y es que aquí los cepos para los coches que aparcan mal, son como en la serie de Los Simpsons. Os lo muestro:



Por cierto, coches como éste se ven poco. Aquí el coche más pequeño es el BMW serie 3, y de hecho no se ven demasiados. Por supuesto no se ve el serie 1, y los coches son como el Chrysler 300 para arriba (en cuanto a tamaño).

Parece mentira pero uno se hace rápido a los horarios. Aquí uno desayuna tempranico para ir a clase, y a las 12 y media cuando salgo estoy que me como San Francisco. La comida me resulta muy barata: comes mucho por tan sólo 10 dólares. En Madrid comerías un menú normal por 10 euros como mínimo. Y la comida es muy buena también, sólo he comido en dos semanas 3 hamburguesas. Por supuesto, no tienen nada que ver con las de España, ya que las hamburguesas aquí son filetones grandes, de ternera o pollo, y te ponen el pan con la carne y a parte la lechuga, tomate, etc., para que la montes a tu gusto. No obstante, he comido platos de cuchara y todo, como el siguiente:

El que aparece a mi lado es un chico francés de mi residencia y de mi escuela.

Por cierto, ese plato lo comí en un restaurante bastante famosillo que está muy decorado con banderines americanos, con la historia de los típicos bares americanos antiguos, fotos, etc. Era bastante bonito, la verdad. La mesa era del estilo típico de los años 80 americanos, en una mesa con un banco corrido donde te sientas medio encajonado para comer. Os lo muestro aquí:

Ésta es una de las últimas fotos que he hecho con mi cámara vieja. Ahora os voy a poner más fotos de San Francisco, con la cámara nueva (que es una maravilla, por cierto), porque sé que algunos estáis un poco impacientes. Por cierto, comprar la cámara ha sido una odisea, me costó recorrerme bastantes calles de San Francisco hasta que encontré DOS tiendas. Es cierto que se puede comprar una cámara digital casi donde quieras, pero no te puedes fiar. Te ahorras unos 50 dólares en Chinatown, pero no tienes garantía de ningún tipo. Así que prefería una tienda normal. De hecho, me dieron garantía internacional y seguro anti-rayajos de la pantalla por ejemplo.

Procedo con las fotos:

Desde el puerto del Ferri de San Francisco se puede ver el impresionante Bay Bridge. Es más grande que el Golden Gate Bridge, pero sin embargo no es más famoso. Además, es más útil porque comunica la península donde se encuentra San Francisco con el resto del continente, ahorrando a la gente muchísimos kilómetros. El Golden Gate Bridge comunica San Francisco por el norte con el resto del continente. El Bay Bridge está pensado para una mayor cantidad de tráfico y por ello está dotado de dos plantas: la de arriba para un sentido de coches y la de abajo para otro sentido.

Están desdoblando el puente y van a hacer pasos auxiliares porque se forman bastantes atascos a menudo y además es muy antiguo y hay que renovarlo.

Esta foto la saqué antes de coger el Ferri que me iba a llevar a Sausalito, que está al norte de San Francisco, y es un pueblo bastante bonito, con casitas por la montaña, aunque tampoco tiene nada de especial, no deja de ser un pueblo turístico (lo cual hace que que pierda cierto encanto).

Para aquellos escépticos que no se creen mi estancia en San Francisco (porque de hecho si no me hubieran dejado entrar en USA habría hecho el blog igualmente como si hubiera venido, buscando fotos en internet), os pongo la foto y a mi espalda está el gran puente, y una niña al lado colgándose de la valla que le da más credibilidad a la foto (o no...):

Lo que os muestro en la siguiente foto es un fenómeno muy típico en San Francisco y ciertos alrededores. Teníamos un día perfectamente soleado, de repente el Ferri se introdujo en una niebla horrible y de repente de nuevo sol. Al otro lado de la niebla no se veía nada, y estábamos pasando al parecer al ladito de la isla de Alcatraz. Lo que quería mostraros es cómo la niebla se está comiendo literalmente a Sausalito. En un efecto en vivo es increíble dado que la velocidad de las nubes era tremenda:

Para acabar la entrada de hoy (mañana pondré otra entrada con sólo fotos de San Francisco en general, calles inclinadas y tal), os pongo una foto de una casa de Sausalito. Muchas de ellas eran increíbles, otras eran como las casas de algunos pueblos costeros de Holanda por ejemplo, que podéis ver en el relato de mi viaje a Amsterdam y alrededores, y otras eran muy normalitas. Pero esta casa me llamó la atención, completamente acristalada.


El tío House

Definitivamente el director de la escuela está loco.

El martes, segundo día de academia, en el descanso de la primera y la segunda clase, el director se puso a chillar a la gente para que saliéramos al pasillo. Solicitó a la gente que todavía estaba sentada en clase que saliera y a los que estaban en la puerta de la academia fumando o tomando el aire, que entraran dentro. ¿Por qué?

Maldito sea el momento en el que no puse a grabar un vídeo. Pensé: "la semana que viene lo repetirá y podré grabarlo con la nueva cámara". Todo el mundo me dijo que la semana siguiente lo repetiría. Pero lamentablemente se fue de vacaciones al final de la primera semana y no volverá antes de que yo regrese a España.

El tipo en cuestión, el director de la escuela, el doctor House, se subió a una mesa del pasillo y empezó a hablar con su hueca y gravísima voz. ¡¡Estaba anunciando las actividades de la semana!! Éstas están anunciadas en un tablón a la entrada, pero él se dedica los martes a anunciarlas, a explicar a viva voz dónde podemos encontrar la información, y a radiar las actividades. Lo hace en plan espectáculo de circo, con el típico "Ladies and gentlemen!!", alucinante.

Es increíble oírle hablar con la gente súper rápido y, cuando le preguntas algo, te habla despacio y vocalizando. Remarco esto porque no todo el personal de la academia hace lo mismo, sino que siguen hablando bastante rápido y con eso lo que consiguen es que tener que repetir las cosas 10 veces en lugar de dos.

jueves, 21 de agosto de 2008

De cómo ver que en tu escuela están todos locos

Ya llegó el primer día de clase. No pretendo describir todos los días de mi viaje porque sería pesadísimo y porque además no creo que me acordara del todo bien de todo. Pero el primer día de clase merece realmente la pena.

Por la mañana temprano bajé a desayunar. En el comedor, una señora por las mañanas te pregunta que si quieres algo de su cocina y, por las noches, otra diferente. En realidad, por las noches hay 2 señoras que hacen la misma pregunta: una con pinta de sudamericana y otra negra como el carbón que tiene un bozarrón que da miedo.

Por supuesto, no entendí lo que me dijo la señora y le dije que no quería nada, que estaba así bien. Resulta que tenemos una mesa enorme con leche, cereales, tostadas, arroz con leche, alguna especialidad rara, millones de mantequillas, mermeladas, queso para untar, zumo, café, etc., así que el desayuno fue bueno de esta forma.

La escuela está a 5 minutos andando de la residencia. Está realmente cerca y para ir sólo tengo que bajar mi calle y luego llanear. El problema es para volver, que tengo unos 50 metros con un desnivel horroroso. No echo de menos la montaña en cuanto a las cuestas se refiere, la verdad, jeje.

En el momento de llegada a la escuela me encontré una recepción a la entrada con unos españoles que no entendían ni hablaban nada de inglés, hablando con una recepcionista que es de las personas más eléctricas que he conocido. ¡¡¡Es como un Muppet!!! Hablaba bastante rápido y no me enteraba de nada. Realmente miento: me entero bastante bien cuando no me están hablando a mí directamente, pero cuando les estaba hablando a los chicos me enteraba de todo e hice de traductor. Por lo tanto, cuando me llegó mi turno, me habló súper rápido pensando que ya tenía buen nivel. Gran equivocación por su parte.

Finalmente, nos reunieron en una sala especial a todos los nuevos. La directora de estudios nos hizo una presentación de todo en general y comenzó con el test. Es un gran error lo del test de evaluación de acceso. Es una prueba completamente incompleta. Primero una prueba de comprensión oral, en la que te ponen un cd en clase que suena fatal nada más empezar.

Después pasamos a la prueba escrita. En ella tenemos: comprensión de lectura, escritura, test de inglés general.

Los resultados fueron que no acerté ninguna del Listening (a lo mejor acerté 1 ó 2 de quince) y saqué un 98 sobre 100 en el escrito. Así que estoy en el segundo nivel empezando por lo más alto.

En medio del test desapareció la directora de estudios (una mujer encantadora, no lo había mencionado antes) y apareció un individuo con pelo corto y rizado, ojos azules, un poco de barba, delgado y un pelín más alto que yo. ¡¡¡Era el Doctor House!!! Clavadito. Exactamente el Doctor House pero sin cogear. ¡Ah! Y, no he escuchado la versión original de la voz del actor en la serie pero seguro que se parece a la voz de este tipo. Este tipo resultó ser el director del centro. Aquí hay 5 ó 6 directores en diferentes ámbitos (más que profesores casi).

Él fue el encargado de explicarnos el resto de las cosas de la escuela. Al principio no le entendía casi nada, sólo cogía algunas de las palabras. A la directora de estudios no le cogí casi nada pero como escribió en la pizarra, me enteré de que teníamos que hacer un test. Pero este tipo de repente (no sé si fue al ver las caras de algunos de nosotros) comenzó a vocalizar de forma perfecta y a separar las palabras. ¡¡Justo eso es lo que necesitaba!! Era la segunda vez que me pasaba que entendía las cosas a la perfección si separaban las palabras al hablar (sin necesidad de hablar como un tonto, simplemente vocalizando). La primera de ellas fue en la residencia la mañana anterior cuando hice el papeleo en la recepción.

Hicimos un jueguecillo: con un mapita tuvimos que ir a ciertos sitios de los alrededores del edificio de la academia a buscar qué negocios eran los que estaban marcados en el mapita. Por supuesto, había 3, y me equivoqué en uno (aunque todavía no estoy convencido de que yo fuera el equivocado, sino ¡¡todos los demás de la clase!!).

Aquí te explican lo típico: no llegues tarde, respeta las cosas, disfruta de San Francisco porque os habéis traído los españoles un tiempo español, con sol, sin niebla, sin frío (menos mal)... Y luego, 3 ó 4 cosillas más, como por ejemplo a qué hora salían las notas, los servicios que teníamos, dónde estaban nuestros pasaportes (porque al llegar en la recepción de la academia se quedaron con mi seguro médico y mi pasaporte para hacer copias), y algo muy curioso: las tres normas de la escuela.

Tras contarnos las tres normas (ahora después os explicaré Las Tres Normas) nos liberó y fuimos a los ordenadores, a mandar un correito a casa, a mirar un poco la escuela, a ver la sala de la cocina (con máquina de refrescos, fuente de agua, etc.)... Finalmente me puse a buscar a gente que fuera a ir a comer.

Las Tres Normas del tío House

Resultó ser que el tío House nos dijo en un cierto momento de la clase que él es un hombre muy simple, que entiende que posiblemente tuviéramos algunos que veníamos solos un sentimiento de soledad y de tristeza, pero que él iba a ser nuestro primer amigo. Así que nos dio su número de teléfono del móvil para poder llamarle cuando necesitáramos algo. Obviamente, nos dejo claro que no le llamemos cuando estemos de fiesta a las 4 de la mañana.

Puso un ejemplo de emergencia, que fue hace 5 meses, cuando un chico le llamó un sábado por la mañana contándole que se encontraba muy mal y que quería ir al hospital. Le dijo que le dolía la tripa porque había comido muchísimo. El tío House le preguntó que si quería ir al hospital por un dolor de tripa y el chico (español, por cierto) le pidió por favor que le llevara. Así que House cogió su coche, se fue a recogerle y el chico no podía estirarse. Aquello no era un dolor de tripa, como os estaréis imaginando, era apendicitis.

Y ahí vinieron las tres normas de la escuela:

1.- Speak English. Todo el mundo en la escuela debe hablar inglés. Fuera, en la hora de la comida o en un pub por la noche, no puede controlarnos, pero "aquí, en la escuela, en mi casa, hablad inglés". Es gracioso porque nadie respeta la norma. Por ejemplo un día estaba hablando con una chica española en español súper rápido, y de repente apareció House y se nos quedó mirando a 2 cm de nuestras caras. Los dos nos quedamos bastante sorprendidos y pedimos perdón, para a continuación proseguir hablando en inglés. Es muy gracioso ver cómo te pilla hablando en otro idioma y él continua la frase que estabas diciendo pero en inglés.

2.- Make an effort. En las clases mandan pocos deberes para casa, pero cuando los mandan, les gusta que los hagamos. Es lógico y tampoco cuesta tanto porque son 5 minutos como mucho. A mí me han mandado en semana y media 2 veces deberes y se me han olvidado las 2 veces.

3.- Don't Die. Ésta es la norma más graciosa. Nos comenzó a explicar (he de decir que a estas alturas de la presentación ya entendía casi todo lo que iban diciendo) que es una lata tener que llamar a los familiares y decir que hay que enviar el cuerpo y que el hijo ha fallecido y dar explicaciones a gente que no habla inglés. "No es vuestro país, no es vuestra ciudad, no son vuestras costumbres, no es vuestro idioma, así que por favor, cuidaos".

Con esto nos vino a explicar la gracia de los vagabundos de San Francisco. Ellos no hacen nada, sólo te piden dinero. Si te paras a hablar con ellos, la has armao parda. Porque querrán abrazarte, pedirte más dinero, un cigarro, etc. "Cuando un vagabundo os pregunte u os hable, seguid andando con seguridad, ignoradles, no les habléis ni les miréis".

Los peligros de San Francisco.

Los vagabundos no te atracan, pero creedme si os digo que no os gustaría ser abrazados por ninguno de ellos. Es la pobreza más sucia que he visto en mi vida. La policía consiguió limpiar bastantes calles de vagabundos, drogas y alcohólicos y encerrarlos en una especie de trapecio en el mapa de San Francisco. Por ejemplo, no debe ir una chica sola de noche por ciertas calles, aunque no estén justo en ese trapecio. Es bastante peligroso. Tampoco recomiendo a un chico ir solo si lleva cosas que no le permitan tener agilidad y salir corriendo.

Pero el verdadero peligro no son los vagabundos. Ellos incluso pueden intentar protegerte ante un atracador si les has dado una propinilla. Ellos simplemente están completamente borrachos o drogados, pero no te atracarán nunca (o casi nunca). El problema son los desquiciados mentales.

Y es que en San Francisco hay hospitales, que claramente ponen "sólo para enfermedades físicas". Aquí hace falta un hospital psiquiátrico del tamaño de Los Ángeles para encerrar a mogollón de individuos que van hablando o gritando solos por la calle. Ellos son más peligrosos porque van por la acera dando tumbos de un lado para otro. Pero aun así, no son los más peligrosos.

Los más peligrosos son los que uno se encuentra si entra en el trapecio prohibido. Llevo más de 1 semana y media aquí y ayer me aventuré por una de las calles para volver a la residencia, a pleno día, pensando que como era una calle del límite no pasaría nada... Lo que vi fue increíble. No he visto el Bronx de Nueva York pero esto creo que era una versión reducida a 7 calles en malla. Puede que fuera una de las pocas veces en mi vida en las que paseando por la calle he tenido miedo.

Los que vivís en Torrebrónx, ya sabéis cómo es el barrio San José. Pues eso es un paseo. Un tipo empezó a preguntarme algo según andaba pero me hice el idiota y que no entendía nada. Ni siquiera miré, sólo de reojo por si se acercaba. De repente ves gente en ambas aceras, dejando pasillo para que pases por en medio, y también gente en medio de la calle. Por suerte no son gente demasiado ágil, así que no se te acercan rápido ni nada. Tampoco sé si hubieran querido atracarme o algo, realmente no me pasó nada y salí de la zona rápido.

Si alguien viene alguna vez a San Francisco, que hable conmigo y le explico qué zona es la que no debe pisar. En cuanto al resto de San Francisco, uno se puede sentir totalmente seguro. Algunas calles dan la sensación del Lejano Oeste pero con asfalto. Es bastante agradable y no hay que tener miedo a nada.

Y ahora os pongo unas fotillos de alguna de las calles, con su inclinación como se puede ver, que tomé con la PDA porque mi cámara estaba estropeada. Ahora tengo nueva cámara, así que podré sacar muchas más fotos.

Callecica inclinada. Al fondo podéis ver al coche blanco frenando. Viene desde más o menos medio kilómetro frenando.Curiosa señal en algunas aceras al borde de las alcantarillas. Dice que no se vierta agua, que las alcantarillas sólo deben tragar el agua de la lluvia.De nuevo una calle empinada. Da un vértigo increíble. Algunas de estas calles tienen escaleras en la acera para poder subirlas.Billy Elliot. Iba de regreso a mi residencia un cierto día y me encuentro por delante con semejante individuo: pantalones cortos de los años 50, zapatos de mujer con taconcito gordo y bajo, bolso en el brazo derecho y gafas de sol de mujer. Todo ello aderezado con unos andares... San Francisco está llena de gente súper extraña y éste es sólo un ejemplo.

miércoles, 20 de agosto de 2008

De cómo pasar del desconcierto a la normalidad

El primer día en San Francisco comenzaba un poco extraño. Estaba completamente desconcertado y no había podido dormir apenas. Por la noche, las pesadillas me habían atacado y el frío no me dejaba dormir. Tuve que ponerme una sudadera dentro de la cama.

Y es que en San Francisco la gente dice que hay una temperatura ideal: inviernos sin mucho frío y veranos sin mucho calor. Y es que además, uno no se puede creer que en San Francisco vaya a haber 12 malditos grados cuando salí de España a las 9 de la mañana con 30 grados.

En el resto de California hace un calor insoportable, bajando hacia Los Ángeles. Pero en San Francisco, el tiempo no tiene nada que ver, es un microclima totalmente distinto.

Tuve la suerte de conocer en el almuerzo a gente nueva de la residencia porque el tipo que parece ser el responsable de la misma nos presentó a todos en el comedor. Una chica japonesa se ofreció para enseñarme parte de la ciudad porque no tenía nada que hacer y le apetecía pasear.

Así que fue el primer contacto con la ciudad, y fue muy bueno. La noche anterior cuando el taxi me llevaba a la residencia, no me llevé buena impresión, me sentía inseguro incluso dentro del coche. Pero ya la cosa empezaba a ser diferente.

Pupo me dijo en su día en el trabajo que me iba a pasar las tres semanas encerrado en la habitación de la residencia, que no iba a entender a nadie y que me iba a dar miedo salir a la calle. Fue el último día de trabajo antes de venirme y fue bastante gracioso. Pero por un momento pensé que iba a ser cierto porque no entendía a nadie y estaba completamente nervioso.

Las cosas cambiaron ese mismo día. No hay nada como pasear y encima ir con alguien que te va explicando las cosas. Por cierto, no le entendía nada bien. Imaginadme a mí, toda la tarde, con alguien japonés hablándome en inglés con un acentazo japonés de la leche y yo sin entender nada. Y encima cuando yo iba a decir una cosa parecía un indio: "yo tener España coche trabajo ganar dinero ahora estar nervioso".

Al principio no me enteraba de lo que la gente decía y pensaba que todo el mundo hablaba de maravilla y por eso no entendía nada. Pero las cosas cambiarían en unos días...

Por cierto, por la mañana me encontré con 2 chicas y un chico: una chica italiana, la otra francesa y el chico también de tierras gabachas. Hablaron conmigo dos minutos y se tuvieron que ir. Posteriormente serían gente con quien me relacionaría bastante, siendo fácil contactar entre nosotros porque son de mi residencia y van a mi escuela.

Poco a poco uno se va haciendo a la atmósfera de San Francisco. Es muy diferente a todos los sitios que he visitado. Tal vez Amsterdam tiene algo de parecido, pero San Francisco me gusta mucho más. De repente estando soleado se puede nublar, como un día por la tarde que de repente vino una niebla increíble a toda velocidad y parecía una tormenta del desierto pero con niebla en lugar de arena. Fue alucinante, como de película de miedo.

Os pongo algunas fotos típicas de las intersecciones y las calles.

Una intersección cualquiera (una parte lejana de la calle donde vivo con otra). Aquí podemos ver un entramado de líneas de electricidad para los autobuses que por allí circulan. De hecho, hay pocos tranvías en San Francisco, y es que aunque pensemos que los americanos gastan petróleo sin parar, en esta ciudad todos los autobuses son eléctricos. El sistema lo podéis ver en las demás fotos. Es una gozada porque no huele para nada a contaminación. Por otro lado, los coches son todos gasolina, así que no hay ruido horrible, el sonido es agradable (aunque suelen revolucionar mucho los motores) y el olor no es asqueroso como los coches diésel.

Además, comentar que los semáforos están al otro lado del cruce, de tal forma que un coche puede girar a la derecha haciendo ceda el paso a los coches que vienen por la calle perpendicular aunque el semáforo esté en rojo para él.

Aquí se aprecia mejor el semáforo al otro lado del cruce.Mecanismo de los autobuses eléctricos.Un autobús eléctrico funcionando. Suenan exactamente igual que un urbano antiguo de Torrejón (salvo el ronroneo del motor, pero el sonido agudo horrible de los urbanos antiguos se mantiene).Una foto curiosa de los puestos de venta de periódicos por la calle. Echas la moneda y en algunos el periódico cae. En otros se abre la puerta y puedes coger un periódico... En España esto no duraría demasiado, la gente aquí es honrada con las cosas así.

Por cierto, antes de terminar el post del día, dos cosas curiosas: la primera es que la gente en San Francisco no está para nada gorda, ni muchísimo menos. Esto se debe a que la comida es bastante variada y baratísima (estoy comiendo por menos de 10 dólares con propina y me pongo gochísimo), con muchas verdudas y ensaladas, y también se debe a que la gente camina, no demasiado, pero algo sí que camina, de tal forma que con las cuestas que hay, gastas todas las energías.

La segunda cosa es que la gente conduce súper bien. Los conductores no tienen demasiado cuidado a la hora de aparcar el coche y rozar las llantas de las ruedas con el bordillo en general, pero sí que tienen cuidado de no dar a otro coche. Vi a un tipo rozando a otro coche aparcando en el parachoques (lo típico de cuando aparcas "a oído") y se bajó alarmado a mirar si había hecho algo, puso una nota en el otro coche y todo, increíble. Y también son cuidadosos en las calles circulando. Si eres un peatón y cruzas en mitad de la calle (esto me pasó también en Los Ángeles), calles del tamaño de la Gran Vía de Madrid, los coches se paran instantáneamente a más de 50 metros de ti. Circulan rápido pero con mucha atención, es alucinante.

Así que, si alguno viene a San Francisco y quiere hacerlo, puede poner a prueba a los conductores y tirarse a la carretera en cualquier sitio. Obviamente no está nada bien visto, pero su vida no correrá peligro.

Por último, he aprendido en los primeros días a cruzar la calle a la acera opuesta. Me explico. Cuando vas andando te encuentras con intersecciones cada dos por tres. Si pillas el semáforo en verde, cruzas. Pero si lo pillas en rojo, miras a ver si puedes cruzar a la otra acera. En general, esto lo haces, obviamente, si te interesa finalmente cruzar a la otra acera porque el destino estará hacia ese lado. Así que puedes ir andando como la serpiente del juego del teléfono móvil Nokia de toda la vida haciendo escalera en tu ruta para aprovechar el tiempo. Aquí los semáforos coinciden con los de coches así que son súper rápidos y dan sensación de agilidad.

Mañana o luego seguiré escribiendo más. Llevo ya una semana aquí y no he conseguido comprarme una cámara de fotos, y muchos de vosotros sabéis que mi cámara actual es de pilas y tiene un problema con el medidor, así que siempre dice que no tiene batería y se apaga al hacer 1 foto, lo cual es muy incómodo.

Os seguiré contando más cosillas de las que me han pasado la primera semana y mi primer viaje de fin de semana: Los Ángeles.

martes, 19 de agosto de 2008

Alojamientos en USA

Siento mucho haberme retrasado tanto para escribir una nueva entrada, pero los días no cunden demasiado y hay demasiadas cosas que ver por aquí. San Francisco es realmente una ciudad genial.

En esta entrada voy a comentar cómo funciona el asunto de los alojamientos, pero de forma resumida, para que tengáis fotos e información más recientemente.

Cuando llegué a la residencia, después de que un amable taxista metiera mi maleta en el maletero de su coche y me llevara a mi destino a toda velocidad por la carretera, en un coche increíblemente grande y con asientos de piel, que no sonaba nada (era gasolina) y que llevaba la temperatura y el olor perfectos, tuve el primer problema en la recepción: no me esperaban hasta el día siguiente. Mi reserva inicial en la residencia era del domingo 10 de agosto al domingo 31 de septiembre. En la agencia me gestionaron la ampliación de una noche extra porque mi avión llegaba el sábado 9 de agosto. Así que con mi confirmación de la reserva me presenté en la recepción. ¡¡¡NO ME ESPERABAN!!!

Después de recibir una buena conversación sin entender nada del inglés extraño que la recepcionista hablaba, le pedí que repitiera TODO despacio porque venía a estudiar inglés, y muy amablemente lo hizo.

Finalmente, tuve habitación (por supuesto), pero a la mañana siguiente alguien abrió la puerta de la habitación (un individuo de mantenimiento probablemente) que se pensaba que no iba a estar allí. El responsable de los alojamientos me indicó que descansaría esa noche y que al día siguiente hablaríamos del papeleo y esos asuntillos. Y es que en USA, después de haber hablado durante una semana con mucha gente, he observado que todo es un caos con los alojamientos. Es una de las cosas que me llevo de aquí.

Y así lo hicimos. Por cierto, en la residencia tengo desayuno y cena de lunes a sábado, y los domingos tengo café y donuts (¡¡¡caseros!!!) y lunch (almuerzo a las 12 y media de la mañana). Así que lo primero que me encontré fue café un poco curioso y unos donuts que son para no dejar ni uno. Me comí 5 ó 6, riquísimos, con colorines, diferentes, indescriptible.

El café de aquí (en San Francisco en general) es muy transparente, así que al echarle una gota de leche es blanco completamente, pero sin embargo tiene un sabor muy intenso. Aun así, no me termina de gustar demasiado, por mucho azúcar que le eches no deja de saber amargo.

No he podido hacer fotos todavía de la parte exterior de la residencia, pero sí de mi habitación. Aquí todo está forrado con moqueta, lo cual es realmente asqueroso, pero no me da alergia por el polvo ni nada, porque todos los días la aspiran y no tiene nada de polvo. Pero sigue siendo moqueta, así que da mucha grima.

Tengo un baño compartido con otra habitación. Es de estilo antiguo, con una bañera con 4 patitas como las del Lejano Oeste, y tengo lavabo en mi cuarto. La persona (o personas) que usa el baño es tan o más limpia que yo, así que no hay problema de momento. Y tampoco coincidimos en las horas, así que es como si fuera mío. Ni siquiera la conozco.

La habitación es realmente grande para ser de 1 sola persona. Y la cama muy cómoda. Tengo una tele enorme (que no he usado para nada) y una mesa para escribir con el portátil.

Una nota curiosa es que el teléfono de la habitación es increíblemente antiguo, y suena con timbre mecánico (no electrónico a través de un altavoz).

Os pongo algunas fotillos de mi cuarto.

Foto desde la puerta de mi habitación.Foto de la cerradura de mi cuarto. El cerrojo es como el de los hoteles de las pelis del Lejano Oeste.
Mi bañera, con sus cuatro patitas.
El radiador de mi cuarto. No me digáis que no os recuerda a las pelis del oeste.
¡¡El utensilio para colocar el papel higiénico está patentado!! Aquí os pongo los detalles.

El teléfono de mi habitación. Es realmente antiguo.

La primera noche fue extraña. No pude dormir bien: nervios, no saber dónde estaba, no saber qué hacía aquí, jet-lag, 20 horas de viaje acumuladas con diferentes aventuras, pesadillas, ansiedad... Y sentí algo extraño que nunca había sentido en la cama a mitad de la noche: ¡¡TENÍA FRÍO!!

miércoles, 13 de agosto de 2008

El aeropuerto de Chicago

El caos

Una vez que habíamos aterrizado, las autoridades de los Estados Unidos de América tienen que autorizar la salida de los pasajeros al aeropuerto. Todavía estaba en tierra de nadie.

Salí lo más rápido posible del avión, fui a la cola del control de inmigración y... Dios santo... La cosa más horrible que había visto en mi vida. Nunca había visto una cola más larga: ni en partidos de fútbol, ni de baloncesto, ni conciertos de música, etc. Mi vuelo desde Chicago despegaba 4 horas más tarde, y tardé 3 horas y 50 minutos en llegar hasta la puerta de embarque.

Como mis acompañantes de viaje de Amsterdam sabéis, en los controles de seguridad que no es el de Barajas la armo parda: siempre se me olvida algo en la mochila que no está permitido llevar.

En la cola estuve hablando con unos chicos españoles que no tenían ni idea de inglés. Los policías de ese aeropuerto tienen una cara de mala leche increíble. Una policía que daba un miedo terrible nos dijo de repente que pasáramos a la cola de ciudadanos estadounidenses. Justo lo hizo a partir de mí, y le pregunté que si los visitantes podíamos pasar allí también. Me dijo que sí, que querían quitar gente de la otra cola para aligerar el asunto. Los chicos españoles que conocí en la cola perdían el avión así que les dejé pasar delante de mí. Otra policía les empezó a decir que tenían que colocarse por separado en puestos de control distintos, porque no eran familia. Como no entendían nada, les grité en español lo que tenían que hacer, y la policía me dio las gracias, me preguntó que si hablaba bien inglés y que de dónde era. Y allí estaba yo, dispuesto a hacer amigos antes de entrar en USA incluso.

Evidentemente, le dije que no hablo nada bien inglés y que sobre todo no lo entiendo demasiado bien cuando habla la gente. Me dijo que entonces me podía poner en uno de los puestos donde había un policía latino que me hablaría en español. ¡¡Eureka!! Fantástico. Pero el policía resultó ser un guache muy guasón que me hablaba en inglés y me preguntaba qué problema tengo con el inglés, que intentara hablar en inglés primero. Finalmente y ante mi cara de susto probablemente comenzó a hablar español. Pero, ¡¡no era hispano!! Era americano y chapurreaba fatal español, lo cual es suficiente como para entenderle mejor que en ese extraño idioma que ellos utilizan aquí en América.

El tipo tenía el sello en la mano para ponerlo en mi pasaporte y me preguntó lo típico:
-¿Cuáles son tus intenciones?
-Turismo.
-¿Cuánto tiempo?
-Tres semanas.
-¿Por qué San Francisco?
-Recomendación de amigos.
-¿Viajas solo?
-Sí - momento en el que retiró el sello y lo dejó en la mesa, se puse de pie y me dijo:
-¿Viajas solo? ¿Cómo viajas 3 semanas solo a San Francisco?
-Me gusta viajar solo.
-Ummm.., ¿en qué trabajas en tu país?
-Soy Ingeniero de Telecomunciación - momento en el que dijo "¡Aaaah!", y puso el sello.

Una vez que pasas el control de seguridad, tienes que recoger las maletas. Pero tus maletas llevan probablemente 3 horas dando vueltas en las cintas, así que las han retirado ya. Tuve que ir a buscar mi maleta Dios sabe dónde con el miedo de que no sabía si no la encontraba o no había llegado.

Esta estupidez no tiene sentido, ya que te hacen coger la maleta porque una vez que la tienes, pasas por un mostrador, entregas el papelito azul de aduanas y ni siquiera te miran la maleta ni nada. Acto seguido sales por una puerta y la dejas en unas cintas de American Airlines donde hay operarios dispuestos a ayudarte.

Una vez que la maleta ya viajaba para San Francisco, me dispuse a buscar el tren para ir a la T3. Este tren no es como en la T4 Satélite de Madrid-Barajas, es decir, no tiene una única parada. La primera parada es la T5, donde yo me encontraba. La segunda era la T3, y yo pensaba que era la misma para las otras 3 terminales. Casi me quedo montado en el tren y pierdo la parada de la T3.

De nuevo, un control de seguridad. En Chicago hay policías de los Estados Unidos de América (se les llena la boca a los americanos cuando lo dicen en inglés) controlando el pasaporte y la tarjeta de embarque antes del control de seguridad. Un tipo que era idéntico al policía de la serie Stiff Urkel me dijo ciertas cosas que no entendí para nada y le pregunté que si tenía que sacar el portátil de la mochila en el control.

El caso es que en el control de seguridad de Chicago hay unos carteles en los que te explican que es mejor que pongas las cosas ordenadas en la mochila y no revueltas o te harán mirarlas y tal. Mi mochila era un caos y a saber lo que vio la policía que estaba sentada en los rayos x, pero me miró a la cara súper raro. No obstante, no me dijo nada y pude coger mi mochila tan tranquilo.

Un consejo: quitaos los zapatos para el control de seguridad. Si no llevan nada de metal, no pitará el control de metales. Pero si lleva algo, os harán quitaros los zapatos, os dirán diez o doce cosas bien dichas en el lenguaje éste que usan aquí y con una voz de ultratumba bastante considerable. Además, si os ven pasar el control de seguridad sin zapatos, os miran con mejor cara desde el principio.

Otra vez a correr por la terminal. No viene nada bien explicado por dónde se llega a la puerta que te corresponde. Los monitores lo explican muy bien, pero van cambiando a cada segundo y eso implica que tienes que mirar 4 monitores donde pone "San Francisco" y ver si en alguno de ellos aparece tu vuelo. Cuando lo ves, lo tienes que cazar con la mirada literalmente.

Tan mal indicado está todo que casi me salgo fuera de la zona de seguridad, lo que habría implicado la pérdida del vuelo.

Cosas curiosas cuando llegué a la puerta de embarque:

-Compré un zumo de naranja en una especie de autoservicio y me atendió una negra que parecía cantante de gospel. No entendí nada y, una vez más, dije mi frase más utilizada en las últimas 5 horas: "sorry, could you repeat me, please?" Me repitió despacio y la entendí perfectamente, ¡¡se me abrieron los ojos!! El verdadero problema con los americanos es que juntan las palabras de una forma increíble. Si hablan despacio, se les entiende perfectísimante. Así que pudimos hablar unos 10 minutos sin problemas.

-Tomándome el zumo, ya en la puerta de embarque, una señora inglesa me pregunta si tiene que hacer algo con el billete para poder entrar al avión. Le dije que preguntara en el mostrador porque ella hablaba inglés y seguramente sería más fácil para ella que para mí. Y, para mi sorpresa, me dice: "¡Ah! Pero, ¿no eres americano?" Adiós la luz, que ahora tengo cara de americano.

-Aproveché para sacar dos fotos, las primeras fotos del viaje, las cuales os voy a mostrar con mucho entusiasmo:

Estas dos fotos son, en primer lugar, del avión que me iba a llevar durante 5 horas desde Chicago hasta San Francisco. La segunda foto es del resto de la zona de la pista donde embarcan en la Terminal 3.

El despegue fue accidentado: cuando el avión estaba en pista a punto de arrancar motores a tope, los paró de golpe. Tuvimos que volver a la puerta de embarque y estuvimos allí parados una hora. No pude entender qué pasaba demasiado bien porque el piloto habló en ese idioma que llevo todo el rato diciendo que usan por aquí y que no hay manera de entender, pero algo suelto sí que cogí, y era que se había roto "algo" y que había que repararlo antes de despegar. Así que volvimos a la puerta de embarque y el vuelo se retrasó una hora más.

No podía más con mi cuerpo ni mi alma, así que caí dormido en el avión las 5 horas del vuelo, tras las cuales llegué al aeropuerto de San Francisco y encontré mi maleta en una cinta sobre la cual había un monitor que se apagaba de vez en cuando (fallos en los contactos del cable de corriente tal vez) y decidí coger un taxi hasta la residencia porque ya era demasiado tarde.

La llegada a la residencia la contaré en la próxima entrada, porque quiero hacer fotos de la misma y ponerlas para que la veáis. Pero os adelanto que me siento como si estuviera en el lejano oeste, con una bañera con patitas y todo.

San Francisco: inicio del viaje

El comienzo del viaje
Antes de comenzar he de comentaros que en el primer capítulo pocas fotos hay, ya que la emoción del viaje me impidió atreverme a sacar la cámara, y la cara de uno de los policías de Chicago al hacer el amago de ello me quitó las ganas, jeje. Intentaré ser resumido para la gente que no quiere leer mucho texto, pero tampoco lo seré demasiado porque sé que hay gente a la que le apetece leer.
En mi caso el viaje lo he realizado con Iberia. Viajas con Iberia hasta Chicago desde Madrid y allí cambias a American Airlines.

Iberia pide los datos del alojamiento en el destino. Creo que es por si se pierde la maleta, no tener que pedir los datos en el destino sino que ya los llevan desde aquí para poder enviarla finalmente y tenerte localizado.

El vuelo sale de la T4S, es decir, que tuve que experimentar la emoción del tren automático de la terminal satélite. Allí no hay posibilidad de equivocación, no hay dos puertas ni dos pasillos distintos, todo está muy claro. Uno sólo tiene que seguir recto y girar cuando la pared así lo exija. Aun así, la gente pregunta a la única persona que hay de información de Aena que si tiene que ir por ahí... La pobre está programada para decir sólo "sí".

Pasado el tren y el control de pasaportes de la Policía Nacional, tengo que buscar la puerta U74, es decir, la última puerta de la Terminal Satélite 4. No la indican, pero si sigues las puertas R y S (verde), al acabarse éstas aparecen las U (azul oscuro). Antes de poder llegar a las últimas 6 u 8 puertas, un cordón impide el paso porque hay otro control de pasaportes por parte de personal de Iberia. Es curioso porque no miran nada del alojamiento, fecha de vuelta del billete ni nada. Y es que Iberia me había dicho que ellos piden todo porque así cuando llegas al control de inmigración todo es más rápido allí presentando los papeles del informe de Iberia... ¡¡Leches!! (Ya os contaré).

Por cierto que al facturar mi maleta, me indican que está facturada hasta el destino, pero que en Chicago tendré que cogerla para hacer el control de entrada de aduanas. Pero nadie sabe lo que hay que hacer. El único que sabe algo es un tipo de un mostrador de Iberia (ya en la T4S) que me dice que, por experiencia personal una vez que fue, coges tu maleta y la dejas luego en unas cintas de American Airlines y que no hay pérdida.

Montamos en el avión. El avión es uno de los pocos que puede alcanzar tantos kms (unos doce mil y pico). Es un Airbus 340, con tres filas de 2 asientos, 4 asientos y 2 asientos de nuevo. Una individua bajita, en la puerta de embarque, se intenta medio colar a la gente y, como habían dicho que dejáramos pasar primero a los niños, ella iba con apariencia de niña y pretendía colarse. No sé con qué fin, las butacas son numeradas. La gente está fatal, y ésta en concreto al pasar hacia el avión iba cantando algo raro. Yo ya me esperaba una inmolación en el vuelo, jeje.

Pero el vuelo no iba a ser tan divertido... Al menos al principio. Mi sitio estaba muy atrás, de tal forma que cuando este monstruo despegó la sensación era de que yo no había despegado. Sólo se nota en el ruido y en que toda la estructura del avión comienza a crujir desesperadamente.

No os recomiendo viajar con Iberia. Es incómodo, pequeño y además la tele es muy mala. Ponen una tele por cada 5 filas de asientos y sólo en el centro.

Para colmo, me tocó al lado del inserso gallego. La señora de mi lado no para de moverse y de hablar moviendo el cuerpo y, con ello, el asiento y la fila completa de asientos.

Una chica brasileira del avión de repente le pregunta al tipo que se sienta a su lado que si es brasileiro también, y él contesta que sí. Joder, la gente tiene suerte en sus viajes para poder conversar de cosillas, pero yo parecía que tenía la negra.

Momento cumbre en el que me dejan la bandeja con la comida. Muy buena comida la de Iberia, eso he de decirlo, me han sorprendido y saciado. No obstante, mi mala suerte me perseguía y según abrí el plato comenzaron unas turbulencias horribles. En cualquier caso, no paré de comer.

Mi suerte parecía cambiar de repente. La señora gallega sentada a mi lado me ofreció su postre porque ella no podía comerlo ya que es diabética. Se ganó mi amistad, compró mi alma y tuvo conversación en las siguientes 7 horas de viaje, jejeje.

Sólo me dormí 20 minutillos en el vuelo, lo justo para estar despejado antes de aterrizar.

Después de dormir tuve que rellenar los papelitos de entrada a USA. Hay dos papeles: uno azul que tiene que rellenar todo el mundo. Es para el control de aduanas. Es fácil rellenarlo pero los datos deben ser exactamente iguales a los del pasaporte, donde no salen tildes en las letras. Así que os podéis imaginar que la cagué al escribir mis apellidos con tilde y tuve que repetirlo.

El otro papelito puede ser blanco o verde: blanco si necesitas visado y verde si vas a entrar a USA acogiéndote al plan de exención de visado. Yo cogí el verde, lo rellené y no tiene demasiada complicación. Tiene unas cuantas preguntas absurdas, como que si vas a participar en algún acto terrorista o algo así. Estos americanos...

Y ya era la hora de llegar al aeropuerto de Chicago. La aventura estaba todavía por empezar.

lunes, 4 de agosto de 2008

Utrecht y últimas fotos curiosas

En Amsterdam la cultura de la bicicleta está muy extendida. La gente maneja la bici con freno de contrapedal con una soltura increíble. Pero donde más bicicletas he visto en mi vida ha sido en Utretch.

El paseo a esta ciudad no se hizo largo, ya que nuevamente comprobamos la maravillosísima calidad de los trenes de Holanda. Cuando llegamos allí, nos encontramos con una entrada al aparcamiento de bicis, como si el aparcamiento de la T4 del aeropuerto de Bajaras se tratara:

Entrada al aparcamiento de bicis, con puerta giratoria.

Aparcamiento de bicis en la estación de tren de Utrecht.

Y es que Utrecht es una ciudad que está infectada de bicicletas. Muchas de ellas estoy convencido de que estaban abandonadas allí.

Tuvimos un paseo muy agradable por esta ciudad, tiene calles muy distintas unas de otras, y a la hora que nosotros dedujimos que era la salida del trabajo, presenciamos estampidas de gente montando en bicicleta vestidos como si de una oficina salieran:

Restos de la estampida de bicicletas.


Calle curiosa separada de las casas por un canal puenteado en múltiples sitios para poder acceder a las puertas de las mismas.

Finalmente, algo que vimos bastante bonito en Utrecht fue una colección de restaurantes en la parte baja de un canal. Seguramente sería caro comer allí, pero desde luego tiene que merecer la pena porque estaba todo muy tranquilo, no se parece en nada a las terrazas de los restaurantes que podemos ver en España, sino que todo está bastante silencioso aquí:


Por último, antes de acabar con el relato del viaje, quería mostrar unas fotos de cosillas curiosas, como por ejemplo esta señal que vimos en una zona residencial de Amsterdam, en la que parece que se dice algo así como "nada dentro, nada fuera", es decir, que si no dejas objetos en tu coche, no podrán robarte nada:


Otra cosa curiosa es el concepto de bicicleta que podemos ver por las calles. La gente parece que quería aprovechar para hacer un pequeño "tour" por Amsterdam y a la vez tomarse algo en una "terraza-bici" conducida por el camarero, traccionada por los clientes:


Pegaré aquí unas cuantas fotos más del viaje:
Poleas de las casas. Son muy estrechas y los muebles grandes hay que subirlos por las ventanas. Ahora sólo son adornos (aunque vimos su uso para subir puertas en una obra). La foto está tomada desde un barco que nos hizo un "tour" por los canales.

En frente del Rijksmuseum están las letras de "I amsterdam". Es un parque chulo al que nos costó llegar más de media hora andando, y menos de 10 minutos en bici.


Nos encontramos con un puente levadizo cuando íbamos en bici que nos hizo parar nuestra marcha. Presenciamos toda la operación que dejaba paso a un barquito justo por debajo de él y la posterior bajada del puente. En la segunda foto se observa cómo los cables del tranvía se vuelven a enganchar en el momento de bajar el puente:


Conclusión y regreso.

Mi conclusión respecto a Amsterdam es que es, en general, una ciudad bien distinta dependiendo del barrio donde te encuentres. Algunas zonas residenciales del suroeste son realmente tranquilas. En el este, las calles dan un aspecto un poco cutre a mi parecer, pero lo fundamental es que son también tranquilas.

Del barrio rojo y alrededores me llevo una impresión un poco mala, porque es bastante agobiante. Agobiante de día por los yonkis que van andando y con los que intentas no chocarte (que no te harán nada aunque te tropieces con ellos, pero nunca es agradable), y de noche porque hay una cantidad increíble de traficantes que te hablan con voz de ultratumba (voz baja y hueca) muy cerca ofreciéndote cocaína y demás sustancias. Es un poco aburrido eso.

Una impresión que nos dio es que la gente no hace una vida normal por ciertas zonas, no trabaja o no estudia, es raro. Puede que sí que lo hagan, pero es la impresión que da la zona que se encuentra entre la estación central y el barrio rojo.

Sin embargo y con todo ello, no hubo ningún incidente, cosa que en muchas ciudades españolas habrá incluso sin sospechar de nadie.

Por último, comentar que el último día estuvimos comprando cosillas por la mañana en Amsterdam. Mis compañeros de viaje compraron bastantes souvenires. Mientras, las maletas las dejamos en la consigna ("locker" lo llaman en inglés) del hotel, que muy amablemente nos las guardaron en un cuarto en el que da un poco de grima dejar la maleta... Tras ello, en el aeropuerto, sucedió lo que comenté en el primer capítulo, que me dejé una botella de agua en la mochila y se crearon unos ciertos momentos de tensión en el control de seguridad. Pasado ello, la vuelta no tuvo más incidentes.

Volveré con el próximo viaje: San Francisco.